NICO GONZALEZ
¿Qué más podemos decir de Daniel Melero que no hayamos dicho? Lo hemos nombrado en su rol de productor numerosas veces en el #ReporteArgentina, hemos hablado de él y hasta hemos hablado con él.
Sin embargo, hoy toca volver a evocarlo, dado que acaba de estrenar Atlas, su disco número… ya es casi imposible saberlo. Lo cierto es que desde los tiempos de Los Encargados, Melero ha mutado tantas veces como le ha venido en gana, y que esta no iba a ser la excepción.
En Atlas encontramos un disco que refuerza el carácter maduro de Melero como compositor, pero también como cantante, una etapa que podría decirse que arrancó en Travesti (1994) y profundizó en Piano (1999), pero que encara a pleno a partir de Después (2004).
A partir de ahí vemos un Melero entre sensato y resuelto, siempre reflexivo, menos alocado en lo superficial, aunque prácticamente un “loco profesional” gracias a la inabarcable cantidad de data que puede llegar a manejar e incorporar en cada trabajo.
Además, en este álbum Melero hace algo que no acostumbra: delegar. La producción del material estuvo a cargo de su coequiper y tecladista, Yuliano Acri, y hay que decirlo, es sobresaliente.
Por un lado mantiene y resalta el carácter sobrio de Daniel, con pasajes post punk y new wave fabulosos, y por otro lo lleva por caminos contemporáneos, de sutileza y fragilidad dreampop, e incluso coqueteos con el dubstep.
Atlas es un notable álbum de pop en español, donde la banda desarrolla un sonido renovado y obsesivo (pueden probarlo a todo volumen en cualquier equipo y nunca “rompe”), y con un Melero notoriamente feliz y divertido, atravesando un excelente momento, mientras canta “Estoy muy cambiado, y no estoy preocupado, me siento muy bien, no quiero volver al pasado”. Bien por Melero.