CARLOS CELIS
Todos hemos vivido esa situación. Es el remate de un mal chiste, el peor. Tiembla y nunca falta alguien que mencione la canción de Soda Stereo. Las redes sociales han ayudado a magnificar el cliché, para mal. Antes, podías escuchar a algunos hacerlo, pero en tiempos recientes es prácticamente imposible terminar un día sin tener que leer cosas como: “Despiértame cuando pase el temblor”.
El pasado 19 de Septiembre, un martes de 2017 pero no cualquier martes, lo que menos esperábamos los mexicanos era que se repitieran las circunstancias de aquel fatídico jueves 19 de Septiembre de 1985, exactamente 32 años después y en la fecha de conmemoración de aquella tragedia que marcó a nuestro país.
La herida se abrió otra vez. No se antojaba escuchar bromas. Ni siquiera música. Un chiste como el que nació de la canción de Soda Stereo ya era sinónimo de mal gusto, del tipo que nadie está dispuesto a tolerar.
Pero la culpa no es de la banda argentina. Incluso ahora, en los medios de comunicación y en la radio –no solo de México sino de toda Latinoamérica– sigue habiendo uno que otro bienintencionado al que le parece relevante hacer uso de esa canción como el soundtrack para nuestras penas y dolor. ¿Y se le puede culpar?
Particularmente en México, la canción tiene una historia muy compleja y de mucho arraigo que cuenta su espectacular ascenso como uno de los temas más importantes del rock en español, y su posterior caída de gracia.
Se tienen registros de que el álbum Nada Personal, el segundo en la carrera de Soda Stereo y donde apareció originalmente esta canción, se publicó en Argentina en noviembre de 1985, dos meses después del terremoto que azotó a México. A detalle, la grabación transcurrió entre septiembre y octubre de aquel año y, por lógica, el proceso creativo venía desarrollándose tiempo atrás.
Es quizá por esto que prevalece entre los mexicanos el mito de que Gustavo Cerati se inspiró en lo acontecido en México para escribir la letra de “Cuando pase el temblor”, pero no es así, como quedó asentado en varias entrevistas que el músico dio a lo largo de su carrera.
En una de ellas, el argentino declaró: “Uno se refiere al temblor emocional, más que al temblor de tierra… Me refería más que nada a cuando pasa el temblor, cuando pasa toda esa sensación, ¿qué es lo que queda? Y es aplicable aquí en México, aunque duela. Obviamente yo, cuando hice ese tema, no pensaba en México, ni siquiera pensaba en tierra”. Y sin embargo, los mexicanos de la década de los 80, tras el golpe de la tragedia y con el ímpetu por salir adelante, abrazaron ese tema como un himno y lo hicieron propio.
Aquí es donde empezamos a deconstruir varios mitos. Soda Stereo no pisó suelo mexicano hasta agosto de 1987, casi dos años después del terremoto. La canción no sonó en México durante el 85 por la sencilla razón de que el álbum se publicó dos meses antes que acabara ese año; el rock en español aún no era popular en nuestro país y Soda Stereo apenas era una banda en ascenso en Argentina. También es inevitable regresar a la historia del Festival de Avándaro y el veto al rock nacional…
La censura que se extendió hasta entrados los ochenta
El Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, realizado en 1971, un magno concierto de rock –o “una bacanal” como lo describió el entonces líder de la CTM, Fídel Velázquez–, fue un parteaguas en el rock mexicano y siempre es necesario volver a revisar su historia para encontrarle sentido a lo que vino después.
El Presidente de México por aquellos años, Luis Echeverría, cedió ante la presión de la sociedad y los grupos religiosos que, escandalizados por los despliegues de “libertinaje” del movimiento cultural conocido como “La Onda” (impulsor de este evento que promovía, además de las artes, el uso abierto de drogas y el amor libre) orillaron al gobierno a condenar su realización y proceder a vetar las reuniones masivas, la difusión en medios de comunicación de la música rock hecha en México y, en general, una prohibición de todo lo relacionado con “La Onda”.
Aunque esto sucedió a principios de la década de los 70, fue una sombra que se extendió hasta ya entrados los años 80, y eso también nos ayuda a entender por qué es aún menos probable que Soda Stereo sonara regularmente en la radio y la televisión mexicanas en 1985. Aunque, fue precisamente a raíz del terremoto, que las cosas se empezaron a transformar. Los mexicanos estaban muy desmoralizados y encontraron fuerza e inspiración en la tragedia. Se respiraban aires de cambio…
Creando un paralelismo entre el México de 1985 y el de 2017, donde los mexicanos también estamos cansados de los abusos y la negligencia de la clase política, y donde una catástrofe ayudó a solidarizarnos, es importante hacer notar el papel que jugaron la censura y la represión para que una canción como “Cuando pase el temblor” se convirtiera en el himno que llegó a ser en su momento.
También sucedió en Argentina
Este país vivió su última dictadura militar entre 1976 y 1983, lo cual resultó en una fuerte represión contra expresiones culturales vistas como subversivas. Allá también el rock fue silenciado y perseguido, al punto del exilio de varios músicos. Paradójicamente, al estallar la Guerra de las Malvinas, cuando Argentina se enfrentó al Reino Unido por la recuperación del territorio de aquellas islas, la misma junta militar emitió una recomendación a las radiodifusoras donde pedía que se diera preferencia a los artistas nacionales por encima de aquellos que cantaban en inglés. Aunque es un tema muy debatido en aquel país, impera la idea de que esto ayudó a levantar al rock argentino y que, al llegar el gobierno de Raúl Alfonsín en 1983, muchas bandas florecieran con la nueva democracia. Entre ellas, Soda Stereo.
Algo similar sucedió con el terremoto de 1985 y la música que se escuchaba en México, aunque de forma muy diferente. El Presidente mexicano al que le tocó el golpe de aquella tragedia y que es recordado como el gran ausente, fue Miguel de la Madrid. En la televisión se vivía la era dorada de Televisa, con Raúl Velasco en Siempre en Domingo y Jacobo Zabludovsky en 24 Horas. Flans y Timbiriche reinaban en el pop. Pero también empezaban a abrirse camino dentro del mainstream algunas bandas de rock como Maná (por esos días Sombrero Verde), Botellita de Jerez, Ritmo Peligroso y Kenny y los Eléctricos (descubrimientos del sello Comrock), además de El Tri, de Álex Lora, que seguía posicionándose como punta de lanza del rock nacional.
El terremoto, con toda su carga de dolor, también produjo involuntariamente a una de las leyendas más perdurables del rock nacional, Rodrigo “Rockdrigo” González, quien falleció durante aquel desastre natural. Sin que nadie lo sospechara, ya se cocinaba una receta para el resurgimiento del rock mexicano y a todos estos ingredientes se agregó uno más: el “Rock en tu idioma”.
En una entrevista de 2005 para El Universal, Francisco Barrios “El Mastuerzo”, integrante de Botellita de Jerez, decía: “Se recuerda con ello también la llegada a México del movimiento ‘Rock en tu idioma’… El temblor del ‘85 es un parteaguas para recordar muchas cosas”. Pero más que un movimiento, “Rock en tu idioma” fue inicialmente una campaña promocional desarrollada en México a partir de 1986 por la disquera BMG Ariola, con la que impulsó la carrera de bandas de rock en español de diversos países.
Primero, la disquera editó recopilaciones de varios artistas y después, bajo esta misma etiqueta, se cobijaron otros sellos discográficos para promover grupos con el mismo perfil. Esta plataforma sirvió más adelante para lanzar a bandas mexicanas como Caifanes, Maldita Vecindad y Fobia, entre otros.
El papel de la radio en México
Soda Stereo vino por primera vez a México en 1987 para promover su tercer álbum, Signos de 1986, el siguiente tras el éxito de Nada Personal en Argentina, donde venía originalmente “Cuando pase el temblor”. Pero aún dos años después, el recuerdo del terremoto y la conexión que los mexicanos encontraron con la canción, seguía cimbrando las conciencias, por lo que Soda Stereo recibieron trato de reyes.
Muchos señalan a la estación de radio Rock 101 y a su fundador Luis Gerardo Salas como responsables del éxito y penetración de Soda Stereo en nuestro país –y por ende, de canciones como “Cuando pase el temblor”. Sin embargo, en su arranque en 1984, la estación de FM se enfocaba más a la música en inglés, aunque ya contaba con un programa de rock en español llamado “El Chiringuito”, que aprovechaba el auge de la “movida madrileña” y programaba bandas españolas.
Para 1985, se desprendió de esta misma estación un proyecto en AM que al que bautizaron como Espacio 59, ahora sí enfocado al rock en español de distintas latitudes, y tal vez por eso se considera hasta hoy a Luis Gerardo Salas como uno de los arquitectos detrás del proyecto de “Rock en tu idioma”.
Pero con el éxito llegaron los oportunistas. Cuenta la historia que la primera visita de Soda Stereo a México fue de la mano de Televisa, que los trajo para la grabación de un especial realizado por Luis de Llano, además de varias presentaciones en sus programas de televisión. A raíz de esto, se cimentó su popularidad en nuestro país y la banda de Gustavo Cerati regresó ese mismo año para dar una gira de 11 conciertos, con la que inició la soberanía de este músico en México como el favorito del rock en español, algo que se extendió hasta el día de su muerte.
Mientras tanto, en Argentina, no todos estaban felices con el papel que jugó el rock en español durante la dictadura militar. En un ensayo de Óscar Blanco, el profesor en Letras de la Universidad de Buenos Aires explica: “Al rock se lo incluyó en una operación política de la dictadura… Es decir, sin buscarlo, el rock nacional fue legitimado por el mismo sistema que lo reprimió”. Y como lo apunta un reportaje de BBC Mundo, en palabras del productor musical Rafael Franceschelli: “Hay un gran agujero en la producción rica nacional durante la dictadura… Los que quedaron andando fueron los muñecos que autorizó la propia dictadura”.
En México, “Cuando pase el temblor” de Soda Stereo, se convirtió en un clásico porque se dieron las condiciones perfectas: Una buena banda, una canción para cantar en nuestro propio idioma, una sociedad reprimida que encontró catarsis en una catástrofe y un grupo de empresarios y artistas que ayudaron a terminar con el veto que se le impuso al rock mexicano por tantos años. “Cuando pase el temblor” no fue solamente el himno del terremoto; para muchos fue también el final de la represión y el principio del cambio.
Tras el sismo más reciente en México, sentimos ecos de la misma solidaridad que nos hizo vibrar como sociedad civil en 1985, pero al mismo tiempo tenemos que reconocer que aún duele la herida y que muchos vuelcan ese dolor en la clase política. Ya lo decía “El Mastuerzo” sobre aquel primer terremoto: “Yo lo vería en función de la repercusión que tuvo a nivel social… Generó una efervescencia en la necesidad de movilización, de organización. Pero después del acontecimiento, al gobierno no le pareció. Se fue disolviendo la idea de perpetuar la organización de la sociedad”.
Luis Gerardo Salas compartió su testimonio para Forbes recientemente: “La labor titánica de remoción de escombros que miles de personas estaban ayudando a realizar, era a la vez fascinante y conmovedora… Una emocionante sensación de solidaridad y compañía en la ciudad de México, creando un momento histórico que ahí quedaba para la construcción de leyendas y momentos únicos e irrepetibles de la historia de nuestro país”.
“Cuando pase el temblor” encapsuló todo eso para la generación del terremoto de 1985, pero como suele suceder con las mejores historias de éxito, la sobreexposición de Soda Stereo y de esa canción en particular, terminó por robarle algo de su brillo. En la opinión del periodista mexicano Chava Rock: “Es un bello tema que sí, a los que vivimos el sismo del 85 nos produjo una sensación especial, como ahora quizá mueva algo a quien empiece a conocer el tema después de este sismo de 2017 (…) Los que pierden el encanto son los que la comparten después de un sismo”.
Como decíamos, la culpa no es de la banda argentina. Ahora su legado tiene que saltar otra grieta, una que se ha abierto entre generaciones, donde los gustos han cambiado y lo único peor que escuchar a alguien decir “Despiértame cuando pase el temblor”, es que alguien responda con un “Gracias totales”.