CARLOS CELIS
Con anécdotas como la que compartí la semana pasada fue que algunos colegas de los medios empezaron a aprenderse mi nombre. Me doy cuenta de que las últimas Crónicas han tratado, un poco sin querer, sobre el tema del respeto: La respetabilidad de la experiencia, el respeto hacia tus jefes, el respeto al artista y, ahora, el respeto al periodista. Y sí, es curioso que éste siempre quede al final.
Acaba de salir a la venta el nuevo álbum de Natalia Lafourcade y recordé dos historias que tienen que ver con ella. La primera es muy simple, como Natalia misma. ¿De qué otra forma iba a ser su primera entrevista a los 18 años para un medio musical importante? A mí me tocó esa tarea: entrevistarla para Rolling Stone México… y fueron los 30 minutos más aburridos de mi vida. Habló de su paso por grupos juveniles (Twist), de cuánto admiraba a Christina Aguilera y de referencias muy básicas para la creación de su nuevo sonido (Björk, Towa Tei, Bebel Gilberto).
La otra historia es más interesante y sucedió tres años después. Natalia grabó un cover de “O Pato” de Joao Gilberto para el soundtrack de Temporada de Patos, la primera película de Fernando Eimbcke, quien antes se dedicaba a realizar videos para muchas de las bandas mexicanas de los noventa, incluida Natalia.
Así que el video de esa canción también lo realizó él. No sé quién tuvo la genial idea –o el garrafal error– de mandarme precisamente a mí a cubrir ese evento, porque unas semanas antes publiqué en la misma revista mi crítica de la película, donde la hice pedazos. Y con justa razón, debo reiterar. Pero volveremos a este asunto en un momento.
Llegar a un lugar y que nadie se ponga contento de verte es algo para lo que tienes que estar preparado cuando lo tuyo es la crítica. Nunca tuve la intención de hacer malos comentarios sin razón sobre el trabajo de los demás, simplemente mis editores quisieron aprovechar ese aspecto de mí. Lamentablemente, no había –y sigue sin haber– demasiadas cosas que me entusiasmen creativamente de mi país. Siempre me han llamado malinchista, pero se equivocan. Así que tuve que acostumbrarme a llegar a lugares y que me preguntaran “¿TÚ eres Carlos Celis?” (poner énfasis en “TÚ”).
Otro ejemplo fue cuando me tocó entrevistar a Camila Sodi y Martha Higareda para la portada de la misma revista. Su película Niñas Mal fue un lanzamiento importante para su casa productora, así que mis editores, siempre pensando que yo podía darle el toque ácido a semejantes banalidades, me encargaron el artículo. En realidad todo fluyó muy bien y aunque la portada fue muy polémica para los lectores de esa revista, el resultado generó opiniones mayormente positivas. Para todos, menos para Camila Sodi que se enganchó con que yo la describiera como “el sabor del mes”.
Más o menos por esos días, a una mujer que trabajaba de ejecutiva para otra compañía de cine, se le hizo fácil usar todos sus contactos de trabajo para enviar un correo en contra de López Obrador. Esto fue para las elecciones de 2006. Ella nos instaba a que votáramos por Felipe Calderón y yo le respondí ese correo muy educadamente, pidiéndole que fuera más profesional y que no utilizara su cuenta de trabajo para enviar esos correos, que si le interesaba hacer proselitismo lo hiciera con su cuenta de correo personal. Ella no tomó bien mi petición, pero lo que sí tomó fue acciones en mi contra. Dejé de recibir notificaciones e invitaciones de esa compañía. Hasta que un día, la revista me mandó con ellos a cubrir la presentación de otra película, El Búfalo de la Noche, para entrevistar a Guillermo Arriaga y sí, a Camila Sodi otra vez.
Lo primero que escuché al llegar a esas oficinas fue la voz estridente de aquella ejecutiva preguntando “¿TÚ eres Carlos Celis?”, aturdido le respondí “Sí, YO soy Carlos Celis”. Me miró y se fue. Después, al acercarme a Camila Sodi para saludarla, me lanzó una mirada fulminante. Inocente de mí, ignoraba que aquel comentario en la entrevista de Niñas Mal la había incomodado. Le pregunté “¿Te gustó tu portada?” Me respondió “¿Qué fue eso de ‘sabor del mes’? ¿Ya te fijaste en qué mes estamos?”
Gajes del oficio, dirían algunos. Yo ya estaba (mal) acostumbrado al buen trato, la simpatía y la paciencia de grandes figuras de Hollywood. Ellos saben muy bien de la importancia de crear una buena relación con la prensa. Recordé cuando nos hospedaron en un hotel de Central Park en Nueva York, para entrevistar a Jude Law y Rachel Weisz. Yo tenía la costumbre de abordar a los actores en los pasillos y platicar con ellos antes de la entrevista grupal, por lo que llegaba apenas a tiempo para unirme a los demás periodistas. Una reportera española, mujer de edad, se molestó conmigo e inició una discusión delante de Rachel y los demás periodistas. Dijo, en inglés, “siempre llegando tarde”. Me molestó y le respondí “Tú hablas español, cariño. ¿Qué quieres decir? ¿Los mexicanos siempre llegamos tarde?” No la vio venir y empezaron los dimes y diretes, con una futura ganadora del Oscar como atenta espectadora.
Vale la pena contarles que la española y yo terminamos de grandes amigos. Entre entrevistas me hacía mirarle las nalgas a Ed Harris mientras me decía “¡Esta película es un coñazo! Pero es que estos americanos se han creído que yo vengo del otro lado del Atlántico a perder mi tiempo”. Esa frase se quedó conmigo para siempre. Pues sí, ¿dónde queda el respeto para el periodista? Más tarde subí al elevador y súbitamente entró Rachel Weisz con su asistente, un gay que venía recordándole lo fabulosa que es. Volteé a mirarla y sonreí porque traía zapatillas con calcetines. Me miró con una sonrisa intrigante, como recordando el ridículo que la había hecho presenciar. Le dije “Tu entrevista ha sido la más divertida”. Me respondió “Gracias. Vivo para complacer.” ¿Soy yo o fue sarcasmo?
Volviendo a Natalia Lafourcade y Fernando Eimbcke, nadie me volteó a ver en la presentación de aquel video. Ni un cafecito me ofrecieron. En realidad, la historia es más larga porque yo ya conocía a Fernando Eimbcke de antes, y eso tal vez se los cuente en otra ocasión. Pero esta vez, no muchos sabían que yo fui vecino del actor Enrique Arreola, el hombre de las pizzas en Temporada de Patos. Años después lo encontré y me platicó que mi crítica de esa película había calado en la producción y que aquel día se los advirtieron, les dijeron: “Ahí viene Carlos Celis” (Actúen natural).
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