ALEJANDRA HERRERA
No se trata de cuantos símbolos de reconocimiento tenga una banda sonora, sino de la manera en que se compilan grandes archivos musicales que documentan de manera general, y casi perfecta, la cultura pop de una década, justo como sucede con el soundtrack de American Hustle.
El compilado inicia con una pieza de Duke Ellington. Sí, se trata de algo de muchos años atrás, pero que es adecuado para acompañar los conceptos de sofisticación que se repiten de manera constante durante el filme. El segundo track pertenece a Elton John; se trata de “Goodbye Yellow Brick Road”, tema homónimo del séptimo álbum de estudio del músico británico y una de las canciones por las que es aclamado. La conjunción de voz, coros, piano y bajo (principalmente) son un sello sonoro que identifica a la primera parte de la década de los setenta.
Psicodelia en árabe en el tercer track con “White Rabbit”, de Jefferson Airplane, con la interpretación de la cantante Mayssa Karaa. Escuchar este tema en ese idioma hace que se perciba un ambiente caracterizado por lo exótico, un revival bien hecho.
La posición cuatro es para “10538 Overture” de Electric Light Orchestra, y como no es suficiente un solo tema de esta agrupación para darle contexto musical a esta creación cinematográfica, también se incluye “Long Black Road” (track once). Ambos son enérgicos, contundentes, armoniosos; de esas canciones que no se olvidan.
Luego, “Live And Let Die” de Wings. Icónico, leitmotiv simple, pero altamente simbólico de aquella época; retomado tantas veces sea posible para revivirlo por contemporáneos, sobre todo en el ámbito cinematográfico.
“How Can You Mend A Broken Heart”, de Bee Gees, es un tema emotivo con una instrumentación completa como para tratarse de un track de un trío de música pop, y es que, así se hacían las cosas a principios de los setenta.
La posición número siete es para los arpegios de Giorgio Moroder y la singular voz de Donna Summer; un track clave para la música en general. Binomio perfecto entre lo abstracto de las máquinas (sintetizadores y cajas de ritmos) y la sensualidad de una voz femenina, el resultado: un incentivo para una euforia futurista.
Ya hubo jazz al inicio del disco, así que el track ocho significa una posición adecuada para darle paso al genuino soul y funk de Harold Melvin & The Blue Notes con “Don’t Leave Me This Way”. Y le sigue el particular dramatismo de la voz de Tom Jones con “Delilah”.
“I’ve Got Your Number” de Jack Jones, está en el sitio número diez, y se trata de ese jazz impresionante que tocaban las big bands durante la primera mitad del Siglo XX. Le sigue la icónica “A Horse With No Name” de America, que también tiene una carga simbólica relevante a pesar de su simpleza en las letras. Imposible no mencionar esta cuando se habla de la música pop de los setenta.
Por su parte “Stream Of Stars”, de Jeffrey Lynne (Electric Light Orchestra) es un tema instrumental, pero que revela parte del expertise que este británico aportó a la música tanto en sus proyectos en solitario como en los que trabajó como productor.
Le sigue “Live To Live”, de Chris Stills; un músico norteamericano influenciado por bandas de rock de diversas décadas, pero que definitivamente ha preferido enfatizar el sonido de las guitarras de los sesenta y setenta.
Y de manera curiosa —quizá porque uno no espera escuchar algo de él para una película como esta—, la última pieza del soundtrack es del compositor Danny Elfman: “Irving Montage”, un track en el que convergen varias connotaciones emotivas, desde lo dramático hasta lo cómico y melancólico.
Como filme, American Hustle quizá no generó la adulación mediática de otros, pero hay que reconocer la congruencia con la que se escogieron los temas, lo cual convierte a esta banda sonora en una gran compilación y un documento que explica lo que sucedió y ahora identifica de manera simbólica la época de una nación.
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