CARLOS CELIS • Viejo Vs. nuevo: Un tema difícil de evitar en esta profesión.
La vez pasada recibí un comentario sobre esta columna en redes sociales. Me decían: “cuánta nostalgia”. Mi primera reacción fue a la defensiva, porque nunca he sido partidario de la nostalgia. Y respondí “no es nostalgia si no extrañas nada”. En realidad el comentario era positivo, como me lo hizo notar quien lo escribió. Pero, de hecho, esta colección de anécdotas no pretende ser nostálgica, (sino) en todo caso ilustrativa. Y con suerte, habrá quien aprenda una que otra cosa sobre este medio.
En mi caso, muy desde el principio tuve que aprender –y a la mala– cómo combatir esa sensación agridulce de trabajar en un medio fascinante en el que nunca puedes hacer lo que realmente quieres. Viejo Vs. nuevo: Tú eres el “chavo”, ellos son viejos lobos de mar. Viejo Vs. nuevo: Tú traes ideas distintas, ellos saben lo que funciona. El que “nuevo” no es sinónimo de “bueno” es algo que solamente se aprende con los años, porque llegas a un punto de tu carrera cuando te ves obligado a reflexionar sobre lo viejo, por encima de lo nuevo. No es nostalgia.
Hace unas semanas, Yoko Ono cumplió 82 años y publicó una carta abierta a sus críticos demandando que no le pidan que se vuelva una anciana, que la dejen ser. Esto, tras años de una célebre carrera donde la constante en medios ha sido la crítica negativa de su música y su arte, y que recientemente ha experimentado un relevo con la “Generación Meme”, donde Yoko sigue siendo protagonista de chistes sobre su edad y su manera de cantar. Ella dice: “por favor no me detengan de ser quien soy. No ayuden a crear a otra persona vieja. Me exigen el estándar de un músico clásico. Vayan a un concierto de música clásica si quieren escuchar una voz educada”. Buen punto.
Esto nos lleva a la entrevista que alguna vez le hice a los DJs Felix Buxton y Simon Ratcliffe, de Basement Jaxx. En la plática surgió Yoko Ono porque ellos le habían hecho un remix. Buxton hizo una mueca y dijo que no estaban satisfechos. Le pregunté por qué y me respondió “Ya sabes, Yoko no tiene buena voz”. No sé por qué su respuesta me indignó profundamente y me salió un “Come on!” con los decibeles equivalentes de un “¡No mames!” Le pregunté “¿Quién te gusta que cante bien en estos días? ¿Britney Spears?” Pienso que a mucha gente le sorprendería saber que hasta 2013, Yoko Ono había logrado once números uno en las listas de popularidad de música dance.
LO QUE TODOS BUSCAN ES UN POCO DE ESA “RESPETABILIDAD” QUE ANTES NO QUERÍAN…
Desde ese día me encanta “trolear” a ciertas bandas que no se dan cuenta de que el tren también ya pasó para ellos. A los Chemical Brothers les pregunté si notaron cuando dejaron de ponerlos en MTV. A Marilyn Manson le recordé que sus discos ya no vendían como antes. Y si alguien me hubiera dicho que un día los de Daft Punk se iban a convertir en músicos “respetables”, me les moría de la risa. Es más, desde que “Get Lucky” apareció, no he parado de reír. Y es que al final, lo único que todos buscan es un poquito de esa “respetabilidad” que antes no querían respetar.
Recuerdo que alguna vez coincidí en un medio con el ahora novelista Xavier Velasco, quien en ese tiempo también era un periodista musical. Discutíamos en una junta editorial de lo que él escribió sobre la boda de Lucerito y Mijares… sí, leyeron bien. Yo, encabronado, le decía al editor que me negaba a contenidos de ese tipo, y Xavier defendía lo que escribió, tal vez porque ya estaba escrito. Viejo Vs. nuevo: Yo era el chavo que recién entraba a la revista y ellos eran los de la experiencia. Xavier se sacó de la manga un chiste sobre lo buena que estaba Lucerito. Yo tragué bilis y de todas formas se publicó. Ahora Xavier es un escritor con respetabilidad, pero que afortunadamente tiene un gran sentido del humor.
Estoy seguro de que algunas de las mejores entrevistas que he realizado fueron aquellas en las que pude hablar con gente ya entrada en años y en experiencia, como el director Arturo Ripstein, el escritor Carlos Monsivais o el mismísimo Steven Spielberg (no es música, pero ya les contaré otro día). Esas son las conversaciones que tienen peso, las que te dejan mucho más de lo que hubieras pensado, incluso aunque tú estés joven y te pongas a preguntar puras sandeces.
En una de esas ocasiones me tocó entrevistar al director Alfonso Arau, cuando todos intuíamos –pero nadie sabía con seguridad– que la película Zapata lo iba a arruinar. Yo fui a hablar de cine con Arau y terminé sentado con personajes de la música nacional como El Potrillo… y sí, Lucerito. Y ahí, hombro con hombro con “La Novia de América”, quedé embobado. Se los digo en serio, Lucero es MUY bonita. No lo pude evitar, por mi mente cruzaron “Veleta”, “Electricidad” y “Cuéntame”. Ni modo. Bien dicen que “Qué bonito es lo bonito… Ya lo dijo Lucerito”.
Pero esta anécdota viene a cuento porque no fue la belleza de Lucero la que me arrebató, sino el peso, esa bendita respetabilidad de la que estamos hablando. Lucero aún es joven, pero de pronto estás con esta mujer a la que has visto desde que era una niña: actuando, cantando, bailando, amenazando a los periodistas, ayudando a robar al país en el Teletón… Te quedas estático. Es esa respetabilidad de lo “viejo” a la que solo se llega con los años: por madurez o por experiencia. Es una cualidad meritoria, más allá del bien y del mal. Se gana construyéndola con trabajo.
Últimamente he pensado que ya no quiero ir a tantos conciertos y festivales como antes. Las últimas veces empecé a encontrar muchas cabecitas blancas entre el público y pensé que, llegado el momento, yo no quería perder respetabilidad. Hace unos días fue el festival Nrmal, donde siempre apuestan por lo más nuevo. Recordé cuando fui al de Monterrey y allá me di cuenta de que esas cabecitas blancas tenían una razón para estar ahí. Eran productores, managers, curadores, críticos… Otro nivel de respetabilidad.
A mí, el tiempo me ha servido para reafirmar que siempre voy a preferir algo nuevo que algo “seguro”. Y que no voy a dejar de hacer lo que me gusta, ni por aferrado, ni por nostálgico, sino porque estoy seguro de que este es mi lugar.
No siempre es Viejo Vs. nuevo, también van de la mano.
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