MARÍA MERIOMA • Retoman los artificios del pop de los ochentas y noventas.
Esta agrupación se caracteriza por experimentar y cambiar constantemente. Por esa razón, quizá Dope Machines no sea un álbum apto para quien no los conozca, aunque tampoco para quienes los escuchan desde hace tiempo.
Cuando comenzaron la producción de este trabajo, Mikel Jollet, vocalista y líder de la banda, dijo que la intención era darle una vuelta un tanto radical a su sonido porque como músicos lo que les gusta hacer es experimentar y cambiar; si no, no tendría sentido para ellos y finalmente es lo que han hecho.
TATE reúne una excelente ejecución instrumental con buenas letras y aunque habían acostumbrado a nuestro oído a un sonido en especial en los últimos dos discos, no siempre fue así. En sus comienzos se quedaron en la simpleza de la complicación (pop-rock con violines, saxo y buenas guitarras mezclado de forma austera y hecho video con un solo encuadre en la imagen) e intentaron convertir en cotidiano sus destrezas musicales.
Hoy, el cambio en el sonido les ha llevado a experimentar con un álbum plagado de samples y sintetizadores que opacan un poco sus capacidades como instrumentistas, lo cual no significa que este sea un mal disco.
Eso sí, las letras de Dope Machines tienen lo que se espera de ellos: historias cargadas de errores del pasado que se intentan superar o de esperanzas conjugadas en presente. En cambio, en lo musical recuerda lo recurrentes que se han vuelto los años ochenta y más recientemente los noventa; si sus dos últimos álbumes estaban claramente influenciados por el rock sinfónico, este se revuelve en los artificios del pop de hace dos y tres décadas.
Dope Machines tiene un lado hipnótico que hace sentir cada una de las palabras que entona Jollet, y los coros de Anna Bulbrook son una delicia por más artificial que parezca el entorno que cubre de algo electrónico lo que otrora era más directo, sin coberturas. Alejados ya del rock sinfónico, el primer sencillo, “Wrong”, se inserta perfectamente en lo que podríamos considerar simplemente pop. “One Time Thing” trae tintes del Placebo de hace unos cuantos años, igual que la canción que da nombre al disco, porque incluso la carátula de Dope Machines recuerda a la de Meds.
Ya entrados en la parte más profunda del disco, los temas “My Childidh Bridge”, “Something You Lost” y “Chains” forman parte de los momentos en los que TATE puede generar una nostalgia absoluta y dejar una sensación de esperanza, sobre todo con “Chains” la más pura de todas y la que al final promete otro comienzo… esperemos.
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