ALEJANDRA HERRERA
Se alejan del sonido sombrío pero mantienen la melancolía en las letras y la elegancia escénica.
Sin alejarse de la melancolía y el romanticismo desde un ámbito lírico, aunque sí desde una perspectiva musical —que hasta su álbum homónimo connotaba la reiteración de lo oscuro y sobrio de una manera minimalista—, la banda regresa tras una ausencia más o menos prolongada para estos tiempos.
Desde Antics hasta Interpol, el trío neoyorquino nos acostumbró con un inicio contundente, enérgico y hasta por momentos optimista —si se le compara con lo sombrío del resto de las canciones en la historia de la banda—, como es el caso de “All The Rage Back Home”. Este primer sencillo es de relevancia simbólica, porque puede interpretarse como la madurez, evolución y progreso de la agrupación, tras la salida de Carlos Dengler —figura irremplazable tanto en el ámbito musical como escénico—, debido a que la guitarra de Daniel Kessler alcanza el protagonismo, Sam Fogarino en la batería se aleja de la sencillez y apuesta por la variación, y Paul Banks lidera con su voz, y sí, de manera inesperada se responsabiliza del sonido del bajo, como se muestra en el video del tema mencionado.
Y si el inicio fue sorpresivo, la sucesión, “My Desire”, es un golpe inesperado a causa del sonido elegante y sofisticado de la guitarra de Kessler, cuya interpretación es la que destaca en este caso. “Anywhere” es un tema que por momentos recuerda a “C’mere” de Antics, debido al manejo vocal de Banks y al ritmo que da Fogarino; aunque a esta canción se le percibe con más dinamismo. Por otro lado, hay variaciones y contrastes rítmicos entre las guitarras de Kessler y Banks en “Same Town, New Story”, que es un relato romántico con el peculiar estilo literario del frontman.
La melancolía de “My Blue Supreme” está bien acompañada por el minimalismo y fortaleza en la batería, y un tenue juego vocal. “Everything Is Wrong” es un track que pudo formar parte del reciente álbum en solitario de Paul Banks; una pieza de rock pop en la que el sonido de la guitarra parece el homenaje a una canción de la banda irlandesa más popular y a la que por cierto ya han teloneado.
El título de “Breaker 1” recuerda de manera inevitable el juego semántico que dio en Turn On The Bright Lights con “Obstacle 1” y “Obstacle 2”, y justo eso es lo que atrae (porque musicalmente no destaca como el resto de los cortes): la intriga por conocer si en algún momento existirá un track sucesor. Tras el reposo de la anterior, “Ancient Ways” llega a romper esquemas y el paradigma en el sonido de Interpol. Nos enfrentamos a un rock refinado que logra una interesante conjunción de loops apenas perceptibles con el resto de la interpretación del trío.
“Tidal Wave” sí evoca el sonido anterior de la banda casi durante toda la canción; es una mezcla inteligente de la estética que se aprecia en todos sus álbumes, aunque en el último minuto hay un elemento sintético que la convierte en un tema renovado con el que el trío puede abanderar bien su regreso. Y el cierre llega con “Twice As Hard”, canción sin complejidad lírica que pretende cierta suntuosidad instrumental; algo que pudo lograrse en Our Love To Admire debido al entusiasmo e inquietud de Dengler.
Interpol se aleja del sonido sombrío que perduró hasta su cuarto álbum —con los dos primeros les alcanzó para ser etiquetados como revival post punk—, pero permanece la melancolía en las letras y se escuchan ritmos jamás imaginados de parte de ellos. Y aunque no hayan impactado a las masas como lo hicieron algunos de sus contemporáneos (léase The Killers o The Strokes), su calidad musical les supera por mucho.
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