LUIS RESÉNDIZ
Aunque la cinta no esté entre lo mejor de la filmografía de Tarantino, su soundtrack sí está al nivel de los que le han dado fama de buen compilador. Se sabe de tiempo atrás que Quentin Tarantino arma buenos soundtracks. (Quizá sería bueno escucharlo como DJ, seleccionando las rolas tras bambalinas al tiempo que DJ Sasha Grey está sobre el escenario).
Afortunadamente, aunque Django Unchained no esté entre lo mejor de su filmografía, su soundtrack sí está al nivel de aquel memorable disco que acompañó a Pulp Fiction o al no menos merecedor de Kill Bill.
Aquí, Tarantino aplica su ya conocido modus operandi a la hora de compilar las canciones que complementarán sus películas: una mezcla de composiciones clásicas, como temas de Ennio Morricone, al que ya había recurrido con anterioridad, o de Luis Bacalov, autor de la pieza que lleva el mismo nombre que su personaje, “Django” –y de la película homónima, de la que toma el nombre, justo como hizo con The Inglorious Bastards—; canciones pop que encajan en la temática de su cinta –destaca la buenérrima “Freedom”, de Anthony Hamilton, quien ya había colaborado en la banda sonora de American Gangster, donde incluso hace un cameo como cantante funk— y composiciones originales creadas expresamente para la cinta.
Una pausa en este texto debe hacerse para escuchar “Freedom”, con Elayna Boynton en la voz:
(Creo que hasta este momento tenía su curiosidad: espero tener ahora su atención.)
Más puntos altos del disco: la bella pero cursi “I Got a Name”, de Jim Croce; la durísima –y explícita– “100 Black Coffins”, de Rick Ross, compuesta para el soundtrack; “Nicaragua”, el tema de Under Fire, la película protagonizada por Gene Hackman; el (elija adjetivo rimbombante de su preferencia y colóquelo aquí) mash-up entre “The Payback”, del jefe James Brown, y “Untouchables”, del conocidísimo holograma Tupac Shakur.
Los diálogos del filme son guiños a quienes ya vieron la película; pequeñas piezas que sirven para recordar que estamos aquí o allá. No todas son logradas –el diálogo de Don Stroud, justo antes del tema de Jim Croce, no casa del todo y rompe un poco la armonía.
Tarantino es un cinéfilo brutal, y sus películas son en cierto modo el resultado de esta fagocitosis fílmica. Claro: su educación popera no se limita a eso, y cada banda sonora también es el resultado de una cuidadosa selección y arqueología en el baúl del cine de parte importante del siglo pasado. No importa, Quentin: aquí estaremos para escuchar tus mixes.
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