Hace dos años, mientras veía en directo a Fangoria en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México (en junio de 2015 para ser exactos), me preguntaba qué más podían hacer luego del gran espectáculo que dieron esa noche, y que incluía de todo: desde hits recientes, viejos y muy viejos, hasta canciones insospechadas, de todas sus épocas y algunas con nuevos arreglos, en medio de una bacanal de gritos y euforia que parecía insuperable.
¿Pero qué es lo mejor que puedes hacer después de poner toda la carne en el asador? Claro, volver a lo básico. Y mientras más sencillo, mejor. Estoy seguro de que Nacho y Olvido se lo plantearon a la hora de pensar en cuál sería su siguiente movida sobre el escenario.
Porque obviamente no iban a hacer un unplugged, que para eso aún les sobra dignidad y estilo. No hacía falta ser un genio para advertir que muchas de las canciones del dúo dinámico se podían desnudar de mejor manera… con puro piano, por ejemplo.
Ya sabemos que el minimalismo también es algo que se les da muy bien, cuando así lo buscan.
Así que aquí no hay engaño. A punta de golpes de tecla y desde los primeros acordes del recital, Olvido pone los puntos sobre las íes: “Bienvenidas a Pianíssimo, un concierto para señoras…”
Y justo de eso se trata el numerito: de una reunión de gala, con pipa, guante y nostalgia incluidos, en la que nuestras señoras consentidas repasan parte de su cancionero en un ambiente más parecido al de un bar de cafetería, de esos que se quedaron atrapados en el tiempo.
Sin embargo, aunque parece un ejercicio de nostalgia, y hasta de la mercadotecnia más calculada si se quiere, el dúo ya solo echa mano de una de sus canciones de la etapa de Dinarama (“Cebras”), mientras que el resto son todas de su discografía como Fangoria (prácticamente una de cada uno de sus discos).
¿Muy pomposo? ¿Más cercano de Raphael que de los New York Dolls? Pues sí. Es una dualidad que siempre ha existido en esta familia, y justo por eso nos encantan.
En los 27 años que ya tienen de carrera -solo como Fangoria- este par ha tenido etapas buenas y otras no tan afortunadas, pero aquí los tenemos en buena forma.
Por cierto, la versión de “Miro la vida pasar” con la que cierran, es para llorar a moco tendido.