SERGIO BENITEZ
A poco menos de un año de debutar con el álbum Holy Water, Heaters presentan ahora su segundo material de estudio, que reafirma su estilo etiquetado por algunos como heavy cream.
En algún lugar entre Marte y Júpiter se encuentra Baptistina, uno de los asteroides más grandes del sistema solar, y de ahí fue de donde Andrew Tamlyn, Nolan Krebs y Joshua Korf Heaters tomaron el nombre para este disco, que dicho sea de paso no suena sólo a otro álbum de rock, sino a todo un viaje a través del tiempo y el espacio.
Luego de darle una primera vuelta a los nueve tracks que componen el álbum, se escucha de inmediato la crudeza implacable y cargada de elementos psicodélicos estrafalarios, al estilo de los trabajos como solista de George Harrison, que terminan amplificado el álbum con tremendo delirio.
El trío de Michigan logra captar de inmediato la atención del escucha con “Centennial”, tema estridente que abre el disco y que pareciera haber sido creada para un episodio de la serie sesentera de Batman, y que además de alucinante, evoca King Gizzard & the Lizard Wizard. “Ara Pacis” (un altar romano dedicado a Pax, la diosa de la paz) es un track escandaloso que inicia de forma metódica y se convierte en estruendo.
La banda nos regresa a la tierra con “Elephant Turner”, que resulta ser el tema más atractivo del álbum, con una guitarra que impresiona y que hace imposible no recordar a T-Rex. Por su parte, “Garden Eater” es un largo proceso de más de ocho minutos, quizá el único paso en falso del disco.
“Dali” es una clara referencia al pintor español, y como tal, es en sí misma una experiencia surrealista que parece arrastrarse todo el tiempo, aunque con un efecto devastador: voces monótonas, guitarras cristalinas, líneas de bajo palpitantes y sintetizadores girando alrededor, por lo que se hace sorprendentemente intoxicante.
“Mango” devuelve el álbum a su forma infecciosa a ritmo de surf, género que se muestra aún mejor en “Seafoam”, con la que cierran el disco, en una especie de Hawaii Five-0 en su máxima velocidad, y provocando un delicioso orgasmo en los oídos.
Las guitarras estridentes, el golpeteo constante de los tambores y las aplastantes líneas de bajo permean a lo largo de este disco, que es sin duda una experiencia explosiva.
Heaters nos llevan a un viaje salvaje a través del cosmos, del tiempo y de repente también hacia el agujero negro del conejo blanco.