JOSÉ A. RUEDA
Una amplia minoría esparcida por la España del Siglo XXI se ha conmocionado al despedir a Gloria Van Aerssen, la mitad de Vainica Doble, el dúo al que también la muerte separó en 2000, cuando un cáncer se llevó para siempre a Carmen Santoja.
Carmen y Gloria, Vainica Doble, nunca fueron icono de nada. Nunca encabezaron ningún movimiento importante. Pero durante tres décadas estuvieron allí, hilando el paso de los años, rociando canciones que germinaron como semillas en los campos por los que iban pasando las generaciones venideras.
Vainica Doble nacieron discográficamente en 1970 con la publicación del doble sencillo “La Bruja” / “Un Metro Cuadrado”. Antes habían compuesto (y seguirían haciéndolo) bandas sonoras para cine y televisión, además de cancioncillas para un programa infantil que Carmen presentó junto a la conocida actriz Chus Lampreave. Esa mezcla de esencias cinematográfica y de cuento de hadas se desprende en las primeras grabaciones del dúo junto a otros sabores musicales que se estaban elaborando en aquellos tiempos. Los nuevos folclóricos de aquí y la psicodelia rockera de allá habían despertado una inquietud por la experimentación que dio lugar a bandas de rock progresivo con raíces regionalistas en Cataluña (Máquina!, Sisa, Pau Riba) y Andalucía (Smash, Alameda, Triana). También fueron de esta época otros giros vanguardistas de la música tradicional (Veneno, Camarón), así como la proliferación de cantautores excelsos (Joan Manuel Serrat) y la impronta, aunque cada vez más débil, del movimiento yeyé.
Vainica Doble labraron un genuino estilo impregnado en folk ibérico, pop melancólico, psicodelia rock y fábula cervantina. Una innovadora mixtura para la que (como se suele decir) el público de entonces no estaba preparado.
En tal contexto Vainica Doble lo eran todo, pero no cabían en nada. Navegaban por las mismas aguas, pero iban –como rezaba su tercer disco– a Contracorriente (1976). Su debut homónimo de 1971 y su segundo elepé de 1973, Heliotropo (por unanimidad, el mejor álbum de su carrera) labraron un genuino estilo impregnado en folk ibérico, pop melancólico, psicodelia rock y fábula cervantina. Una innovadora mixtura para la que (como se suele decir) el público de entonces no estaba preparado.
Sin embargo, una convencida minoría elevó pronto su estatus al de grupo de culto. Y de la reivindicación de su figura surgió el cariño de la generación posterior, la de la Movida de los ochenta, entre cuyos artífices se adivinó el gusto común por las canciones de estas dos artistas. La leyenda del nacimiento de la Nueva Ola madrileña cuenta que Olvido Gara “Alaska” y Fernando Márquez “el Zurdo” conocieron a Nacho Canut y Carlos Berlanga en el puesto que estos últimos regentaban en el rastro de Madrid. Un disco de Vainica Doble llamó la atención de Alaska y el Zurdo y de esta comunión crearon Kaka De Luxe, oficialmente el primer grupo de la Movida.
Por esta razón, y con el paso del tiempo, muchos se han atrevido a nombrarlas madres de la Movida, así como también musas del Donosti Sound, una de las muchas mini-escenas alternativas que conformaron el posterior movimiento musical importante en España: el Indie de los noventa. De hecho, si analizamos la escuela donostiarra, es difícil poner una barrera entre la década de los ochenta y la de los noventa, puesto que lo correcto sería trazar una línea continua desde los primeros grupos de San Sebastián conectados con la Movida (Duncan Dhu, La Dama Se Esconde, 21 Japonesas) hasta los relacionados con el auge y desarrollo del Indie (Family, La Buena Vida y Le Mans).
La inyección de melancolía vainiquera en las canciones de estas bandas no solo es evidente sino también reconocida por sus miembros. Algunos incluso han querido ver en la corta estancia de Carmen Santoja en San Sebastián (vivió allí un par de años cuando aún era una niña) el preámbulo de lo que acontecería en esos noventa. El ciclo se cerraría con En Familia (del que hablaremos un poco después), el álbum de Vainica Doble con portada de Javier Aramburu: diseñador mítico del Indie y miembro de Family.
Y de San Sebastián a Gijón, donde el variopinto panorama alternativo veía en dos grupos de chicas, Undershakers y Nosoträsh, una evolución constante hacia la canción intimista armonizada con la melancolía propia del norte peninsular. Además, los vestigios de la obra de Carmen y Gloria florecían otra vez en este Indie del nuevo milenio. Nosoträsh lo dejaron de manifiesto en Popemas (2002), una de las obras más importantes del pop español contemporáneo. Por su parte, las hermanas Álvarez, una vez disueltas Undershakers, crearon el proyecto Pauline en la Playa con la confesión de su gusto por los viejos vinilos de Vainica Doble que guardaba su padre.
Antes, en 2000, el sello discográfico Elefant Records (crucial en el desarrollo de la escena Indie en España) invitó a Vainica Doble a editar con ellos. Carmen y Gloria habían abandonado la actividad musical en 1987, tras la publicación de Taquicardia y acababan de sufrir la jugarreta comercial de la multinacional de turno, que las convenció para grabar sus temas más conocidos junto a artistas del mainstream como Miguel Bosé y Alejandro Sanz. El resultado fue el único disco prescindible de Vainica Doble, un bodrio comercial titulado Carbono 14 (1997) en el que trataron de promocionar a estas dos genias de la composición como un par de viejas locas disfrazadas de astronautas y cantando coplillas simpáticas.
Este traspié en su carrera lo enmendaron con En Familia. Un disco sentido y desgarrador. Una estudiada despedida que lo fue más dura y triste de lo esperada, pues cuando aun se remachaban los últimos detalles de la grabación, Carmen Santoja fallecía en el hospital Puerta del Hierro de Madrid, siendo En Familia el disco póstumo de Vainica Doble. Y aunque dolió en nuestras almas, todavía fue capaz de sacarnos una lectura positiva, ya que En Familia ha sido quizá el adiós musical más brillante que un grupo ha tenido jamás en la historia del pop en España.
Al igual que ocurrió con el gran movimiento anterior, el descubrimiento tardío por parte de unos y la reivindicación por parte de todos colocó a Vainica Doble sobre el escritorio de letristas cada vez más alejados del apego por el indie-rock anglosajón, como Sr. Chinarro, Nacho Vegas, J de Los Planetas o Abel Hernández de Migala (ahora El Hijo). Lo atestiguan las versiones de Los Planetas (“Un metro cuadrado”) y de Grupo de Expertos Solynieve (“Déjame vivir con alegría”), así como la innegable influencia vainiquera en muchas de las composiciones del Indie de hoy: Klaus & Kinski, Hidrogenesse, La Bien Querida, Doble Pletina, Lorena Álvarez, Refree, Josele Santiago, Fernando Alfaro, Joaquín Pascual…
Por eso y, más que nunca, Vainica Doble siguen vivas.
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