CARLOS CELIS
Estaban un mexicano y un argentino en una disquera. Una importante transnacional que auspiciaba a un subsello que ambos tenían a su cargo. Durante los años noventa descubrieron y lanzaron las carreras de muchas bandas mexicanas de rock y de otros géneros alternativos. Hicieron un gran, gran, gran trabajo, eso que ni qué.
La disquera, a pesar de haber sido una empresa líder durante mucho tiempo, hoy ya no existe. El subsello tampoco. Y por eso sería muy fácil decir nombres. Pero como en este país a nadie le gusta que le recuerden ciertas historias, mejor vamos a seguir llamándolos el mexicano y el argentino.
Hoy les voy a contar la historia de µ-Hz (Mu-Hertz), un pequeño festival que nunca sucedió. Todo empezó el día en que vi por primera vez el video de “Horas” de Aurora y La Academia en Telehit, el canal de música donde trabajaba. Los matices oscuros de aquella canción pop y la personalidad inquietante de Aurora Cano me intrigaron suficientemente y desde ese día volví mi misión personal promover a dicha banda lo más que pudiera.
Influía en la programación de Telehit para que el video apareciera más veces, publiqué reseñas favorables del álbum en los medios impresos en los que trabajaba, e igualmente acepté todas las entrevistas que me llegaron para televisión y para revistas. Pero nada fue suficiente para que Aurora se aprendiera mi nombre, ni para influir en el gusto masivo.
En alguna de esas entrevistas conocí al mexicano y al argentino. Ellos habían aceptado manejar a Aurora y a su banda pues la transnacional no sabía qué hacer con ellas. El tema surgía cada vez que hablaba con Aurora o con cualquier persona cercana a la banda: “somos demasiado pop para el rock y demasiado rock para el pop”. El argentino era el más abierto a escuchar ideas y le propuse que me dejara hacer unos remixes para la banda porque yo tenía relación con varios DJ de los raves que estaban produciendo música electrónica y tal vez sería interesante crear esos puentes entre el sello de rock y la escena underground de aquel momento.
Aceptaron y me dieron las voces de “Horas” y “¿Por qué te vas?”, el cover a la canción de José Luis Perales. Al poco tiempo les entregué las versiones que el DJ Martín Parra había accedido a producir. Recuerdo que quedaron muy contentos, probablemente porque estaban acostumbrados a escuchar mucha música de principiantes, pero Martín y yo nos esmeramos en esos remixes.
Sin embargo, ya era tarde para invertir en esa idea, según recuerdo por presupuestos. Entonces el argentino sugirió que continuáramos creando puentes porque algo interesante podría salir de la música electrónica, pues también pidieron remixes a Midi de Moenia y a otros DJ. Entre bromas insinuó la creación de un segundo sello que podría dedicarse a eso, el mexicano sugirió llamarlo “Discos Manicure”, un juego de palabras que remitía al nombre del sello que ya manejaban.
Seguí en contacto con ellos porque después de ese intercambio de ideas ya me tenían bien ubicado y porque yo seguía con mi trabajo de periodista musical en varios medios, así que frecuentemente entrevistaba a bandas que ellos manejaban. Por ejemplo a La Gusana Ciega, que entrevisté más veces de las que la salud mental debería permitir. Pero fue por ellos que conocí a Paula Astorga, que por aquellos días les hizo algunos videos con su casa productora Piña y Malibú, y que años después sería la fundadora del Festival Internacional de Cine Contemporáneo (FICCO), y posteriormente la Directora de la Cineteca Nacional.
EL FESTIVAL
El caso es que yo veía muy seguido al mexicano y al argentino, y Aurora seguía metida en mi cabeza. Por eso se me ocurrió otra idea para que pudieran darle más promoción. Llegué un día a las oficinas del sello con un proyecto totalmente desarrollado, de la manera más risible y principiante. El proyecto se llamaba µ-Hz (Mu-Hertz), y era un festival donde solo tocarían mujeres del rock. Llegué con el nombre, el line-up y hasta la idea para el poster. En mi cabeza, se trataba de que las mujeres como Aurora no tuvieran que seguir padeciendo la falta de foros y la falta de seriedad hacia su música.
Sugerí que se unieran otros talentos de aquellos días como Julieta Venegas y Ely Guerra, pero también Zü, Magos Herrera y Nicole (chilena), o invitar a bandas con cantantes femeninas como La Lupita, Santa Sabina y La Dosis. Y dependiendo de hasta dónde quisieran extender la idea, también podían incluir talento de otras generaciones, como Kenny y los Eléctricos o hasta Baby Bátiz.
El mexicano y el argentino se quedaron muy serios. Entendí enseguida que valoraron la idea. El argentino, como siempre el más abierto, me felicitó y dijo que lo iban a pensar. Meses después volví por otra entrevista y el mexicano estaba muy emocionado porque acababa de regresar de los Estados Unidos y allá pudo asistir a uno de los conciertos del festival Lilith Fair. Enseguida me preguntó “¿Sabes lo que es?”, pero en ese momento yo no sabía de qué estaba hablando así que le dije que no. Me respondió: “Es como tu idea. Es un festival de puras rockeras”.
Total que la idea de µ-Hz sí se llevó a cabo, pero sin mi participación. Supongo que el mexicano y el argentino pensaron que habiendo un festival internacional al cual copiarle, ya no era necesario darme ningún crédito. El nombre cambió y las únicas involucradas fueron Julieta Venegas, Ely Guerra y Aurora y La Academia (al menos). Cosas de la vida, la revista de rock para la que yo trabajaba me mandó a cubrir la presentación del concepto y a entrevistar a las tres rockeras. Fue una experiencia surreal saber más que las propias involucradas, pero tener que preguntarles sobre esta idea a la que ellas le estaban dando el rostro.
Cuando la entrevista se publicó, recuerdo haber hablado con el argentino por teléfono y sentir preocupación en su voz, porque según él había dos o tres cosas en el texto que mostraban mala actitud de mi parte. En realidad hice mi mejor esfuerzo por no escribir como un resentido y creo que lo logré, pero lo más importante es que no revelé nada de lo que sabía, ni siquiera a mis editores. Aproveché esa llamada para comentarle que me había involucrado con un festival cultural de diversidad sexual y que estaban en busca de un espectáculo que pudiera apoyarlos para tener visibilidad en los medios. Le pregunté, y debo aclarar que sin malicia, si a la disquera le interesaba donar una fecha de los conciertos, ya que de todas formas los habían convertido en una gira universitaria donde ellos asumían la mayoría de los gastos. Me respondió muy seriamente “¿Cómo podríamos negarnos? Es tu idea”. El tono con el que me lo dijo nunca lo voy a olvidar, hubiera preferido que tanto él como el mexicano dejaran de referirse a esto como “mi idea”, cuando claramente no lo asumían así.
Con su aprobación “de palabra”, se mandaron a hacer folletos y publicidad, se apartó el Salón México como foro, e incluso nos mandaron el rider de aspectos técnicos y otras cosas que el festival cultural tendría que cubrir. Pero a unos cuantos días del evento, decidieron cancelar. El argentino me explicó que ya habían agotado el presupuesto de la gira universitaria y que no les era posible realizar otra fecha.
No recuerdo cuánto tiempo más pasó, pero como les decía la disquera transnacional desapareció y con ella el sello de rock y los tiempos de gloria de aquellas bandas de los noventa, aunque ahora muchas están de vuelta. A ellos les perdí la pista, pero al parecer el argentino se fue de México un tiempo y el mexicano prefirió ser músico antes que promover músicos. Yo seguí como periodista, pero con los años decidí crear mi propio sello independiente.
Hasta que un día fui a parar como staff del Festival Internacional de Cine Contemporáneo, donde me reencontré con Paula Astorga. Durante alguno de los eventos llegó inesperadamente el argentino a saludarla. A mí me dio gusto verlo –genuinamente– a él sorpresa. Paula le dijo “¿No te encanta que ahora Carlos trabaje conmigo?” Yo busqué dentro de mi mochila porque por esos días siempre cargaba con discos de mi sello. Amablemente le regalé uno al argentino y le dije: “mira, ya tengo mi propia disquera…” Y ahora que lo pienso, era un poco como “Discos Manicure”.
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