CARLOS CELIS
Siempre habrá un pelmazo. Las veces que hablo de trabajo con universitarios, no solo aspirantes a periodistas, les digo que no existe el trabajo perfecto porque no existen los “jefes” perfectos. La única manera de que un trabajo se acercaría a ser perfecto es siendo tú el jefe, de otra forma siempre habrá un pelmazo haciéndote la vida difícil.
Ignoren el hecho de que estoy por cumplir mi primer cuarto de siglo como periodista; hasta el día de hoy me sigo encontrando con “jefes” que se creen mis descubridores y que demandan mi lealtad a toda costa, como el amante abusivo que exige la virginidad de la doncella para sentirse su dueño por siempre.
Yo soy de la opinión de que no se ha inventado un condón para las lealtades y que, aunque así fuera, no puedes andar de promiscuo entregándola a cualquiera. Así de inseguros son la mayoría de los “jefes”. Pero para quitarle de una vez las comillas a esta odiosa palabra, les explico que soy más de la idea de que en un equipo de trabajo todos somos colaboradores. Nadie debería sentirse el jefe.
Cuando empecé a trabajar en medios de comunicación, encontré mucho respaldo por mi entusiasmo y juventud. Es lo natural, que no es lo mismo que comprensión. Eres la leña que viene a alimentar el fuego con cada nueva generación y es casi obligación para quien estuvo antes que tú capitalizar con ese entusiasmo, aunque no siempre –o casi nunca– entiendan tus ideas. Siempre encontrarán la manera de tomar tu propuesta, rebajarla al punto de lo insípido y reutilizarla en algo que les sirva mejor. Se verá refrescante, pero no será tu idea.
Conservo el recuerdo de varios de estos pelmazos como si hubiera sido ayer. Está el caso de una revista de rock donde me la pasaba proponiendo ideas que nunca eran aprobadas, hasta que todas las demás revistas publicaban algo similar. Cuando renuncié le dije a mi querido jefe: “No entiendo por qué, cuando nosotros somos la revista ‘alternativa’ y tienes esas ideas en tu escritorio desde hace meses, siempre somos los últimos en publicar, incluso después que Eres”.
En una revista de cine entrevisté a Angelina Jolie, pero el jefe estaba molesto porque acepté otro trabajo como crítico en internet para el recién llegado America Online. Me dijo que estaba publicando lo mismo (falso) y le contesté “¿Cómo quieres que opine distinto cuando es mi opinión?” Ofuscado respondió “¡No es tu opinión! Es la opinión de mi revista”. Como castigo, no publicó mi entrevista con Angelina Jolie. Pero incluso años después, cuando nos reencontramos en otra revista, me volvió a pedir que escribiera sobre Angelina y volvió a borrar un párrafo donde yo citaba aquella vieja entrevista.
En una publicación de estilo de vida, el jefe me pidió que entrevistara a una socialité. Ella mencionó que vivía en el mismo edificio de un famoso restaurante y yo quise proteger su privacidad omitiendo el dato. Le expliqué al jefe y él dijo que quería saber por curiosidad. La entrevista se publicó y ahí estaba el nombre del restaurante. En una siguiente ocasión, un entrevistado me pidió que su testimonio fuera anónimo y lo respeté. Otra vez el jefe quiso saber el nombre y me negué rotundamente. Un año después, cuando hubo recorte de personal, me volvió a preguntar el nombre del entrevistado y me volví a negar. Ya se imaginarán lo que pasó.
También escribí una sección de temas gay en una conocida guía de la ciudad. Tras varios años de colaboración exitosa, la jefa me pidió que incluyera ciertos lugares y le expliqué que, aunque esos lugares eran populares y sí formaban parte de la vida de los gay, no podía recomendar eventos de sexo donde la gente contrae enfermedades. Renuncié. Incluso hoy reciben quejas porque su punto-com glamuriza temas sexuales para obtener clics.
Quizá una de las anécdotas más duras fue en una estación de radio musical, donde pude poner por primera vez bandas que luego serían famosas como Chvrches, Haim, Gotye, Lana Del Rey, Grimes, Fun, Woodkid y muchos más. La estación creció con estas propuestas y mi programa tuvo éxito por cuatro años, pero este “jefe” era tan inseguro que sentía envidia de mi radar musical. En medio de todo esto, mi padre falleció. Pedí permiso para ausentarme e incluso así grabé mi programa, porque me pienso un profesional responsable. El “jefe” siempre estaba más ocupado criticando a Lana Del Rey porque yo la programaba. Para el día que me despedí de mi padre, no dejé de recibir mensajes en twitter de esta persona diciéndome el pésimo ser humano que yo le parecía. Es difícil borrar un recuerdo así. Pero no imposible. Hasta la fecha, este lunático no puede hablar de Lana Del Rey sin referirse a mí.
Y luego está Televisa. Pero ellos se cuecen aparte. Me encanta decir que laboralmente Televisa es lo más parecido a una oficina de burócratas, con la diferencia de que ahí los Godínez son actores. Tengo varias historias que contar de Televisa pero hoy contaré cuando trabajé en el canal del videos Telehit y conocí a Horacio Villalobos que, pese a la opinión popular, es una excelente persona. Supe que recientemente, como productor de teatro, vivió un problema de homofobia con su obra Un Corazón Normal. El país se paró de pestañas con la hipocresía y doble moral que nos caracteriza, y muchos periodistas, hasta los que hablan mal de él, salieron en su defensa.
Apenas unos meses antes me había encontrado a Horacio en un restaurante y lo felicité por lo bien que le ha ido todos estos años. Le dije algo que es muy cierto: que me daba mucha pena haberme negado a trabajar con él en dos ocasiones. Pero a ustedes les digo que, aún cuando puedes respetar a alguien, no te tiene que gustar su trabajo. Horacio me gusta más como productor de teatro. Muchos quisieran trabajar con él. Yo no quise, porque lo que hace como periodista de espectáculos no tiene nada que ver con lo que yo hago como periodista musical.
A la mayoría de las empresas les resulta incomprensible que algunos pongamos nuestros principios por encima de una chamba. Pero a mí me resulta incomprensible que les resulte incomprensible. En mi experiencia, no existen trabajos perfectos porque no existen jefes perfectos. Siempre habrá un pelmazo. Pero cuando haces lo que tanto te gusta, es bonito creer que basta con un buen playlist para que se te olvide.
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[…] antes tocamos el tema de los que llegan llenos de entusiasmo a esta profesión. Porque sí, el periodismo musical es fascinante. Les decía que son los periodistas de […]