El 19 de abril de 1968 se lanzó Odessey and Oracle, el segundo disco largo de The Zombies y también su último. El grupo londinense se había montado a la ola de la Invasión Inglesa tres años antes y se distinguía por los teclados exóticos de Rod Argent y la voz de suspiro de Colin Bluntstone.
No tenían una pinta espectacular y, aunque tuvieron un par de colosales hits, no se distinguieron demasiado de los otros grupos de la época. Hasta que llegó Odessey and Oracle, un álbum inmenso, melódico, psicodélico y colorido que representó el punto creativo más alto de la música pop de la era. Comercialmente, sin embargo, fue un desastre: apenas se vendieron algunas copias, el grupo se separó y el álbum desapareció de las listas y de las tiendas como si nunca hubiese estado. Pero en 1969, el sencillo “Time of the Season” volvió a las listas. Con los años, la apreciación del disco ha crecido con toda justicia.
Hoy, Odessey and Oracle es visto como uno de los grandes discos de los 60 y, por tanto, de toda la historia pop. Su influencia crece con cada escucha en nuevos músicos. Cincuenta años después, suena tan importante e imponente como debió sonar en aquellos días.
En exclusiva para LAPOPLIFE, un grupo de músicos, escritores, periodistas y entusiastas del pop comparten sus apreciaciones sobre un disco que no pierde su relevancia en tiempos de streaming y redes sociales.
BART MENDOZA
Músico en Manual Scan, The Shambles y True Stories. San Diego, California, EEUU.
Odessey and Oracle es una cosa rara entre cosas raras: es un disco perfecto. No hay una nota fuera de lugar, cada canción es memorable; podría tocar el álbum en mi cabeza incluso si no tuviese un par de docenas de reediciones en mi colección. De mis dos grupos favoritos de mi pubertad, los Beatles me hicieron querer formar una banda y los Zombies me hicieron querer escribir canciones. El crecimiento que se dio entre los dos discos norteamericanos de los Zombies fue inspirador: de sonido de grupo beat a obra maestro de pop barroco en tres cortos años.
El sonido de los Zombies ha resonado con grupos alrededor de todo el mundo desde que su primer álbum se posó sobre un tocadiscos. Cuántos grupos no tocaron los hits tempranos del grupo. Las canciones del Odessey and Oracle son propuestas mucho más difíciles, orquestadas y con arreglos brillantes, más para reflexionar que para llenar una pista de baile.
“Los Beatles me hicieron querer formar una banda y los Zombies me hicieron querer escribir canciones”
Escuchar Odessey and Oracle es una clase magistral de hacer canciones. Siendo un músico en ciernes, aprendí muchísimo sobre arreglos, armonías, el uso del espacio en las canciones, melodía e interludio. Esta es música atemporal que revela más cosas con cada escucha. La secuencia de los tracks es crucial en este asunto. Odessey and Oracle no es solo gran música, es un logro.
Por estas razones, los Zombies son tremendamente influyentes y continuarán siéndolo para generaciones venideras. Puedes escuchar ecos de su sonido en grupos de décadas distintas; de las leyendas sixties The Choir a mi último combo, True Stories, y tal vez un millón de bandas en medio… El tiempo ha dado la razón al grupo a sus fans acérrimos: Odessey and Oracle es una verdadera obra maestra de escucha obligada.
RONNIE D’ADDARIO
Músico solista y de sesión (y padre de los Lemon Twigs). Long Island, Nueva York, EEUU.
Como sucedió con Pet Sounds de los Beach Boys, Odessey and Oracle fue ignorado en la época de su lanzamiento. (Yo también fui culpable de ello pero, en mi disculpa, tenía solo doce años). Recuerdo, eso sí, haber escuchado “Time of the Season” y, de los Beach Boys, “Wouldn’t It Be Nice” y “Sloop John B” (“God Only Knows” no se había convertido en hit ni en el clásico que es hoy, al menos no en los Estados Unidos).
En los años 80, un día un amigo puso “Care of Cell 44” para mí. La amé. La voz de Colin, las armonías, la canción, su sentimiento. Tuve que escuchar el resto del álbum. Mis favoritas fueron esa, “A Rose for Emily” y “This Will Be Our Year”. Pero lo que era realmente impresionante es que cada canción, una tras otra, era genial – un álbum fuerte, sólido, ¡con todo y su melotrón! Fue buenísimo disfrutar por primera vez esa música tan asombrosa, fácil y sin preguntárselo mucho, en lugar de buscar desesperado música nueva para que me gustara y tener que bajar mis estándares para lograrlo.
Los Beach Boys me acompañaron en los 70, y los Zombies fueron un grandioso inicio para los 80. Lo único que conocía antes de los Zombies era “She’s Not There”, “Tell Her No” y “Time of the Season”. Pero había mucho más.
Odessey and Oracle ya no es un secreto. Hace tres años, mis hijos, Brian y Michael (también conocidos como The Lemon Twigs) se clavaron con él. Como con los Beatles, este álbum será pasado de generación en generación, y apreciado. Que así sea.
ROBERTO CASTILLO UDIARTE
Escritor, poeta. Tijuana, Baja California, México.
The Zombies ya me habían sorprendido con dos composiciones clásicas como “She’s Not There” en 1964 y “Tell Her No” en 1965; sin embargo, su disco Odessey and Oracle, con una docena de buenas canciones pop, nació a destiempo y me llegó tarde. Grabado en Inglaterra en el verano del 67, fue dado a conocer a inicios del 68. La canción “Time of the Season” fue el único éxito en la radio hasta principios de 1969. Breve, pero con muy buena producción de Al Kooper y Rod Argent, el álbum incluye 12 canciones en 35 minutos.
Varias de ellas, principalmente “Changes”, “Case of Cell 44”, “Maybe After He’s Gone”, son baladas pop barrocas del tipo de grupos como Left Banke, The Turtles, The Hollies y, principalmente, con armonías vocales bachianas al estilo de The Beach Boys en “God Only Knows” y “Heroes and Villans”, y algunas reminiscencias de “Penny Lane”, de The Beatles en ”This Will Be Our Year”. Aparte del buen trabajo en los teclados de Rod Argent en “Time of the Season”, me encanta “A Rose for Emily”, basada en el cuento homónimo del escritor norteamericano William Faulkner, publicado originalmente en 1930.
Creo que “Beechwood Park” pudo haber sido una balada clásica con su bachiano órgano hammond al estilo Matthew Fisher de Procol Harum. Lo mismo la canción antibélica “Butcher’s Tale (Western Front 1914)”, la única en la que no canta Colin Blunstone sino Chris White, el bajista, y que incluye al inicio una grabación en reversa de un disco de Pierre Boulez y continúa con el harmonium y el melotrón por Rod Argent, instrumentos y técnicas ya utilizadas en el 66 y 67 por The Beatles en grabaciones como “Rain”, “I’m Only Sleeping” y “Tomorrow Never Knows”. Chris White afirma que la inspiración para el tono de su composición se basó en una canción de The Bee Gees, “New York Mining Disaster 1941”.
Si Odessey and Oracle hubiera salido originalmente en 1967 la historia musical posiblemente hubiera sido otra. Ucronía.
KAREN LYNN
Músico en The Bookends. Scranton, Pennsylvania, EEUU.
Hay algunos discos que escuchas para levantar el espíritu y cambiar de humor, pero si estás en busca de un álbum que te transporte a un lugar musical y mágico con bellísimos sonidos rock barrocos, entonces Odessey and Oracle es, sin duda, el que yo recomendaría. En mi opinión, cada canción del álbum es una pieza maestra por sí misma, pero unidas como perlas una con otra forman una completa obra de arte. Desde la primera nota de “Care of Cell 44” hasta que se disuelve “Time of the Season”, la atracción magnética de cada tema nunca cede y te encuentras sintiendo que acabas de despertar de un hermoso sueño que esperas repetir una y otra vez. Enlistaría este en mis discos de isla desierta, y lo recomiendo para cualquier interesado en expandir sus horizontes musicales.
¡Recuerdo ver a los Zombies tocar Odessey and Oracle completo, en 2015, y lo perfecto que fue! En mi mente, el auditorio se transformó en una versión grande de mi cuarto y mi tocadiscos, sonaban exactamente como en el álbum, y lloré. Tuve la suerte de verlos de nuevo en 2017. Un disco de esta magnitud no llega todos los días, y lo tengo en alto aprecio. Si lo has escuchado, sabes que lo que digo es cierto. Y si no, deja de negárselo a tus oídos y no pierdas ni un minuto…
DUGLAS T. STEWART
Músico en BMX Bandits. Glasgow, Escocia.
Creo que Odessey and Oracle de los Zombies es mi álbum de pop británico favorito. Hay una condición, sin embargo: tiene que ser la versión monoaural. Si vas a comprar este disco, no caigas en la tentación de hacerlo en estéreo. Si ya lo tienes en estéreo, deshazte de él y consíguete una versión mono, como debe ser.
Mi track favorito es una canción de esperanza, “This Will Be Our Year”, y si tienes la versión en estéreo vas a perderte ese arreglo de vientos que levanta el espíritu y que hace de esta canción un abrazo sónico.
A inicios de los 90, yo estaba de gira con BMX Bandits y mi mejor amigo, Norman Blake, estaba en Norteamérica con Teenage Fanclub. Cuando regresamos a nuestro pueblo, Belshill, ambos nos apresuramos a contarnos que habíamos descubierto, en la gira, un disco que teníamos que compartir uno con otro. “Una de las mejores cosas que he escuchado, ¡te va a encantar!” Resulta que los dos hablábamos de Odessey and Oracle.
Desde la intro “rinky-tinky” de la abridora “Care of Cell 44” y su extraña historia sobre alguien que espera que su novia salga de la cárcel y vuelva a casa; entran luego esas gloriosas armonías y uno queda enganchado. Cada pista está llena de asombro y deleite.
Una mención especial para la voz de Colin Bluntstone. Una vez, Rod Argent me dijo que Colin no se consideraba a sí mismo un cantante. Pero su voz es poderosa, además de tener una cierta ternura y vulnerabilidad. Podría ser mi cantante pop favorito.
Este es un disco especial. Siempre me suena fresco, no importa cuántas veces lo escuche. Pero… ¡tiene que ser EN MONO!
JORDI SARAVIA
Músico en Sr. Saravia y The Corleone Soul System. Barrio de Gràcia, Barcelona, Catalunya.
Veo Odessey and Oracle como uno de ésos discos en donde el pop es mucho más que simples canciones de tres minutos (aunque son canciones de tres minutos). ¡Y me desconcierta que no haya tenido éxito! Quizás se debe a la sobresaturación de discos similares que hubo después del fenómeno Sgt. Pepper…
Como fan del pop de los ‘60, debo reconocer que llegué tarde a este disco. Lo ignoré por años hasta empecé a leer artículos en donde se le citaba como un clásico injustamente obviado por el público. Me gustó mucho más que Pet Sounds, me pareció más redondo y no tan barroco. A veces me parece muy azucarado, pero es precioso, con una producción exquisita. Una verdadera joya que ha tenido justicia quizás demasiado tarde, pero que no merecía el olvido.
Lo veo como una mezcla de Ogden’s Nut Gone Flake, alguna cosilla de The Piper at the Gates of Dawn y algo de Pet Sounds. También podría citar a los Beatles, aunque lo veo menos disperso que Pepper (que me parece un tremendo discazo), con una línea más clara. No tiene nada que envidiar a ninguno de los que he citado anteriormente.
ANGIE MOON
Periodista musical, locutora de radio, bloguera. Limerick, Irlanda.
No puedo creer que hayan pasado 50 años desde que se lanzó este disco legendario. Está en mi lista de álbumes perfectos de mi blog, The Diversity of Classic Rock. ¡Sólo desearía tenerlo en vinilo!
Un álbum perfecto es aquel que puedo tocar de inicio a fin, amar cada track y no saltarme ni uno. Odessey and Oracle es uno de mis favoritos de 1968 y cumple cada una de estas condiciones.
Conocí a los Zombies por “She’s Not There”, su single debut, de su disco Begin Here, título apropiadísimo. La canción salió treinta años antes de que yo naciera, pero tengo recuerdos muy vívidos de escucharla cuando me iniciaba en el maravilloso mundo de la mísica y la cultura popular de los 60. Vi un video con la canción sonando sobre el pietaje de gente de los 60 bailando y viviendo la vida. Me enamoré del modo de tocar el órgano de Rod Argent. ¡Y las voces! Tenía que escuchar más de los Zombies. ¿A dónde ir después?
Cuando fui parte del fandom del rock clásico en Tumblr, me encontré con montones de fans de los Zombies que recomendaban Odessey and Oracle. Ya conocía “Time of the Season”, pero hay mucho más en el disco… y mucho mejor que aquel single.
Soy una persona muy visual, así que me atrapó esa portada colorida y psicodélica. Es una mezcla de viejo y nuevo, y amo la paleta de colores. Cuando escuchas el álbum, te das cuenta de qué tan lejos habían llegado los Zombies en poquísimos años.
Los mejores momentos, según yo, son “Care of Cell 44”, “Maybe After He’s Gone”, “Brief Candles”, “Hung Up On a Dream”, “Changes” y “This Will Be Our Year”. Es un disco precioso de inicio a fin y, si no lo has escuchado, podrías estar perdiéndote de los mejores 35 minutos de tu vida.
Es una pena que el Salón de la Fama del Rock’n’Roll haya desairado otra vez al grupo, ya que no habrá inducción para ellos en el año del 50 aniversario de su obra maestra. Ya se tardaron. Los fans hicieron campaña con el hashtag #ThisWillBeOurYear pero, para nuestra consternación, no lo lograron de nuevo. Como sea, en nuestro corazón, cualquier año es bueno para apreciar a los Zombies. Ya no se encuentran discos así, por eso los 60 fueron tan especiales.
JAVIER MORALES I GARCÍA
Editor del fanzine Ecos de Sociedad. Tenerife, Islas Canarias, España.
Lo admito desde el principio: ni los Zombies ni este disco fueron de mis favoritos en mucho tiempo. Esto es así y hago acto de contrición explicando someramente mis razones.
La primera vez que escuche a los Zombies fue en una de esas gloriosas recopilaciones baratas de los años 80 y la canción era “She’s Not There”; no me capturó como otra canción de los Honeybus que también llego a las listas, o incluso como Procol Harum.
Aquella canción de Rod Argent no me dijo nada especial y tampoco “Time Of The Season”, que en aquel momento fue mi introducción al Odessey and Oracle. Me parecían demasiado parecidas a lo que estaban haciendo The Doors en otra parte del globo terráqueo y tampoco los Doors eran de mis favoritos en aquellos años de juventud. Siempre se ha hablado de la Invasión Británica, pero menos de las canciones o las influencias que hicieron el viaje al revés, y esto es lo que pensaba en aquella época.
Pero un día que nunca olvidaré, escuche a todo volumen una canción llamada “This Will Be Our Year” que empezaba con un piano que rompía el silencio de una forma casi épica y que me elevaba como pocas veces me ha sucedido. Además, la canción empezaba con unas frases que se me grabaron a hierro en el corazón y en el alma: The warmth of your love’s like the warmth of the sun / and this will our year, took a long time to come.
Todo un himno para mí desde entonces y que, por fin, me llevó a enamorarme de aquel disco como si fuera el primer amor, uno de esos que nunca ya se olvidan. Sin duda, el amor es el tema principal del disco, de todas las maneras, en todas las facetas y siempre con el piano como narrador principal. Las influencias están claras, no hace ni falta nombrarlas, influencias que beben en los sonidos norteamericanos, pero también muy británicos y de todo lo que estaba por venir, tal vez, adelantados a su tiempo. Atemporales, incluso.
“Care of Cell 44” es como ir a la playa después de haber visitado la prisión, también hay un poco de psiquiátrico en “A Rose For Emily”, hay algo malvado y misterioso y nostálgico en “Maybe After She’s Gone” y un poco de “Blue Jay Way” en el Beechwood Park.
El talento de Chris White y Colin Blunstone sale a relucir en esa joya sedosa que es “Brief Candles”, siempre dejen sus velitas encendidas que nunca se sabe, así que un rayito de luz se cuela en el “Hang Up To A Dream” y en el “Changes”, aunque esta vez vuelve a ser de una manera como de cuento gótico. Después está el agradable jingle jangle de “I Want Her, She Wants Me” que suena a canción de amor enamorada del sentimiento.
La vuelta a las trincheras es con “Butcher’s Tale”, pieza donde el barroquismo es en grandes dosis como otras canciones en la misma onda, por ejemplo, me viene a la cabeza “My World Fell Down” de Sagittarius. Pequeñas Obras Maestras, sin duda.
Alicia y sus amigos bailarían alegremente el “Friends of Mine” en cualquier fiesta de No Cumpleaños que se precie y, después o antes, ya están las dos canciones de las que he hablado, pero más allá de la sublime instrumentación y de las preciosistas voces, siempre brillaran las palabras… Y no me olvidaré de cómo me ayudaste a animarme en los malos momentos y cómo me dijiste que me querías, dándome fe para seguir adelante y ahora solo estamos empezando nuestra historia de amor. Toda una odisea y quien sabe lo que pasara.
DANIEL WYLIE
Músico solista y en Cosmic Rough Riders. Glasgow, Escocia.
Descubrí a los Zombies en mi camino hacia atrás desde los singles de Rod Argent y Colin Bluntstone como “Hold Your Head Up”, “Say You Don’t Mind” y “God Gave Rock’n’Roll To You”. Había escuchado, de niño, “She’s Not There” y “Time of the Season” y me encantaban, pero no me sorprendió mucho descubrir que el primer disco de los Zombies se conformaba por un hit y el acostumbrado y aburrido rhythm and blues. Casi los abandono.
Los Beatles cambiaron todo, por supuesto, y en los tres años entre los primeros Zombies y Odessey and Oracle, el grupo progresó musicalmente y se volcó hacia la psicodelia suave, como los Rolling Stones, los Small Faces y algunos otros.
Es un hecho que Odessey and Oracle es visto ahora (y con mucha razón) como un clásico de los 60, pero incluso los discos más clásicos tienen canciones que se destacan. Aquí, es “Time of the Season”, un monumental trabajo de genio en una colección brillante de melodías fortísimas.
FERNANDO TORRES
Músico en Okama Flannel Boy. Ciudad de México, México.
Después de la revelación de 1965 con Begin Here, The Zombies mostraron al beat inglés, hasta entonces dominado por los norteños de Liverpool y Manchester, que en Hertfordshire se cocía un sonido mucho más sofisticado. Entre clásicos de R&B y rock and roll exquisitamente reinterpretados, se hallaban cortes originales compuestos por los jóvenes Rod Argent y Chris White, tecladista y bajista de la agrupación respectivamente, pero principales mentes creativas. Bajeos melódicos, riffs de órgano Vox impregnados de influencias propias del jazz y el lounge y la sensual voz de Colin Blunstone, una combinación magnífica que prometía dar más para el tambaleante paradigma de finales de los 60.
La psicodelia y la experimentación llegarían al terreno Zombie para el año de 1967, cuando grabaron su magnífico Odessey and Oracle que, a diferencia de otros clásicos del pop psicodélico, tiene una producción acelerada y absolutamente frugal, contando sólo con tres meses para grabar y un apretadísimo presupuesto. Aun así, lograron crear una obra maestra a la altura de The Beatles, The Kinks o Beach Boys conservando ese característico sello suyo.
¿Qué encuentro de maravilloso en Odessey? La elegancia y el porte de los arreglos de piano, órgano y clavecín de Argent seducen al oído, la influencia barroca es innegable que aunada al encanto ya bien conocido de Blunstone, ahora más etéreo y reflexivo, tejen una envolvente atmósfera que me entusiasma, me provoca escalofríos, me llena de alegría y anhelo cada ocasión que pongo el álbum en la tornamesa.
Recuerdo haber escuchado “Time Of The Season” por primera vez en un comercial de pasta de dientes Crest cuando niño. Por más olvidable y fuera de contexto que resultara el comercial, nunca olvidaré esa introducción con el bajo, la palmada y la exhalación de Chris White, me provocaron un interés incontrolable por escuchar qué seguía, en cuanto tuve el dinero busqué hacerme de una copia inmediatamente.
La guitarra tan melancólica, las intervenciones percusivas entre los versos, la narración de Blunstone en “Maybe After He’s Gone”, la dulzura y la madura comprensión de “Brief Candles”, las armonías vocales épicas y la poesía de “Changes” me volvieron loco por este sonido, que me hace volar la imaginación hacia un periodo de vacación indefinido y absolutamente utópico lejos del caos de la vida moderna. Un domingo tranquilo de puente, un viaje misterioso y excitante, una profunda y apacible reflexión, amor apasionado y sincero, eso es todo lo que me trae Odessey a la mente. Sin duda el perfecto itinerario para el soñador…
MARIANO ARIAS
Responsable del programa de radio Cebollas Verdes (en Radio Ritmo Getafe). Madrid, España.
Odessey and Oracle, el segundo LP de los Zombies publicado hace 50 años, es una cumbre del pop de todos los tiempos, un disco dotado de un magnetismo incontenible, al igual que la historia de su gestación concebida desde el origen como una despedida. Ante la falta del éxito esperado –solo un hit con “She’s Not There” en 1964– la banda decidió disolverse a finales de 1966, pero el bajista Chris White convenció a sus compañeros de seguir un tiempo más y aprovechar el contrato favorable con Columbia para grabar un último álbum sin presión comercial.
Y ese contexto de plena libertad, unido a la eclosión creativa que vivían Rod Argent y el propio White fueron determinantes para que Odessey and Oracle acabara siendo una de las obras quintaesenciales de los 60, con una instrumentación, unas melodías y unos juegos vocales que nos deleitan e inspiran los mejores sentimientos. He visto muchas veces cómo algunas de sus canciones se han empleado para transmitir ideas que todos compartimos: el valor de la amistad ilustrado por “Friends of Mine”, o “This Will Be Our Year” y la esperanza en un futuro mejor.
Es, además, uno de esos raros discos que no tiene canciones de relleno y puede escucharse gustosamente de un tirón; y mucho más que eso, porque si uniésemos las grabaciones titulares y las que quedaron inéditas –y que se publicarían en sucesivas reediciones– saldrían dos sustanciosos álbumes. Es también especialmente valioso que sea un disco accesible para todos los oídos, lejos de cualquier pretenciosidad a pesar de su sonido sofisticado.
Todos los que hablan de este álbum lo alaban, incluso personas que no sabían nada de los Zombies ni de otras bandas de su tiempo, y sobre esto tengo anécdotas de mi círculo familiar. Se lo regalé hace años a un primo mío muy melómano –pero de música culta– y le encantó, y me dijo también que ‘le sonaban’ las canciones; o mi propia madre, que desde que yo era muy joven me viene diciendo lo típico de: “vaya rollo de música te gusta, baja el volumen hijo mío”.
Pues un día en casa le pinché el Odessey and Oracle y se quedó cautivada y me pidió que le hiciera una copia. Por eso da pena que el disco pasara desapercibido en 1968, y solo recibiera un reconocimiento tardío con “Time of the Season” en las listas norteamericanas casi dos años después, ilustrando así otro de tantos episodios en los que la calidad y la respuesta del público van por caminos separados. Pero, al fin, el paso del tiempo hizo justicia con este disco intemporal y ahora estamos celebrando su 50 aniversario; es una buena ocasión para desenfundarlo, ponerlo en el plato y dejarse llevar por la magia contenida en sus surcos.
RALF ORTIZ
Escritor. San Luis Potosí, México.
Llegar tarde a la fiesta rara vez significa eso literalmente. Cuando tienes cinco años, por más que seas un niño friqui en 1968 en México, iba a estar difícil que descubrieras y apreciaras algo como Odessey and Oracle. Entonces aplica el llegar tarde a la fiesta. Lo chido de la música es que es una fiesta interminable y se te perdona llegar tarde, el chiste es estar, llegues cuando llegues. Bueno dentro de ciertos parámetros, ¿no? Digo, si tienes sesenta-y-algo y dices que te gusta el rock, pero no conoces a los Zombies, algo falló. Algo no funcionó.
Yo los conocí a los 16 y me gustaron, pero mentiría si dijera que les aprecié por todo lo que eran. Volví a los Zombies… iba a decir hace poco, ¡pero fue en 2001! Odessey and Oracle fue objeto de una reedición con pistas adicionales. Ya son diecisiete años de esa edición, y habían pasado veinticinco desde que lo escuché por primera vez.
Esa reedición fue de los últimos discos que me prestaría mi amigo el Papuy, quien además me regaló un cassette Sony de cromo para grabarlo. Odessey and Oracle sonaba diferente a aquella primera vez. Lo maravilloso del álbum es que fue ahí donde gente como Robyn Hitchcock, R.E.M., The Smiths, Crowded House y tantos más cobraron otro sentido. Hay música que te pega como si le debieras dinero. Te deja tirado. De la misma manera, hay música que llega y te abraza y te recuerda que hay un hilo fino e invisible que conecta las almas.
Es por eso que nos resulta fácil decir que podría ser el mejor álbum de la historia, pero mientras exista ese hilo habrá otros que lo sean. Puede uno ser un chavo de 16 años en una tarde lluviosa en Los Ángeles, California, o un melómano de cincuenta-y-tantos compartiendo y platicando de lo que te apasiona, mientras en las bocinas se escucha aquella pregunta en “Time of the Season”: “What’s your name? / Who’s your daddy?” Y contestas la segunda pregunta, seguro, diciendo: el rock.
C/S.