Música misteriosa, ruda y oscura que ya no tiene mucho que ver con el trip-hop.
ARTURO URIZA
Las primeras dos cosas que pensé al empezar a escuchar el último disco de Tricky fueron: ¿en qué momento dejarán de asociar a este gran músico con la escena trip-hop de la cual se alejó hace tanto tiempo? La segunda fue más una reflexión sobre los músicos de los que siempre se tiene altas expectativas.
Creo que Tricky no es un músico del que se tengan altas expectativas nunca, o por lo menos no desde hace algunos años. Y no lo digo de una forma negativa, sino haciendo referencia a que es un músico constante, con un público y audiencia que sabe a lo que va y que está dispuesto a sorprenderse con lo que él esté dispuesto a mostrar.
Se sabe y se nota que el trabajo de producción le toma su tiempo, que es una persona meticulosa, que escoge con mesura los beats, sampleos, ritmos, invitados y colaboradores que darán forma a sus álbumes. Hace tiempo leí en una entrevista donde platicaba sobre el proceso de preparación para Mixed Race, su disco de 2010, y me llamó la atención lo alejado que estaba del hip-hop, el rap y mucho más del trip-hop. En dicha entrevista, Tricky decía que durante su estancia en el Bronx de Nueva York, con sus primos, se la pasaba jugando basquetball y escuchando a Nirvana. Lo menciono porque este disco sigue en una línea interesante que ha desarrollado desde hace años y que al parecer ha crecido disco tras disco: música misteriosa, ruda y definitivamente oscura, pero cuidada, fina y precisa, donde sabes que hay cabida para guitarras de rock llenas de distorsión, y donde orbitan las melodías del jazz más fino…
Un disco donde hay intensas voces que golpean sin piedad y que escupen venenosas rimas gangsters, donde las suaves y aterciopeladas voces de cantantes que parecen sacadas del pasado pintan cuadros renacentistas, donde las guitarras de blues no faltan y donde la profunda voz de Tricky irrumpe como el maestro de ceremonias que ha decidido ser, dejando claro que el papel que tiene desde hace años es más cercano al de un productor, alquimista o un gran científico del pop.
Tricky lleva años haciendo cosas que nada tienen que ver con el trip-hop y a pesar de que nunca tengamos altas expectativas, es claro que sus trabajos siempre serán de alta calidad. Yo por lo menos lo disfruté enormemente, con todo y que podría parecer que no ha cambiado mucho su sonido desde hace unos diez años.
Clasificarlo en un solo sonido sería delimitar las posibilidades del escucha por encontrar y escrutar dentro de una placa más que variada, donde como dije, caben desde rolas de rap que le tiran a lo gángster, hasta suaves pero temibles canciones de cuna.
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