DAVID MELÉNDEZ
FOTO: Elefant Records
La delicadeza del pop, cuando brilla, lo hace con intensidad inusitada. Así que no es de extrañarse que una banda como The School tenga ese carisma para atrapar al tímpano con artera facilidad, dadas sus características de pop retro, anclado a los años sesentas y como si sus sonidos estuvieran vestidos con el clásico tweed elegante y discreto.
La primera comparación directa con este proyecto de ocho integrantes oriundo de Cardiff podría ser Camera Obscura, salvo que The School basa parte de su encanto en el uso de metales coquetos, donde los riffs interpretados son juguetones y matizados, al mismo tiempo que recuerdan incluso al sonido de grupos de chicas como The Supremes.
Este proyecto es culpa de Liz Hunt, líder que utiliza una voz aguda, de magia sobrenatural y extremadamente delicada. Además, ella es la fundadora del festival Wales Goes Pop!, que no es otra cosa que un encuentro de grupos que navegan con la bandera del pop alternativo en todo lo alto, y que se encarga de promover talento emergente, así como venta de discos.
Para su tercera producción en estudio, Wasting Away and Wondering, la señorita Hunt y compañía decidieron despachar una placa donde se honra al pop alternativo de múltiples formas. Incluso sus guitarras son excelsas y acompañan a los demás instrumentos con la precisión de un péndulo, mientras se genera una atmósfera suave de sentimentalismo nostálgico, donde el amor es la fuerza capital para ser felices.
A lo largo de doce canciones, Wasting Away… se yergue como un álbum hermoso, radiante, lleno de sonrisas sonoras. Basta con el ejemplo del corte “Do I love you?”, que parece el himno perfecto para hacer el picnic de verano en medio de la naturaleza y subirse a cualquier columpio y reír a carcajada limpia.
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