JOSÉ A. RUEDA
Prometemos no utilizar a la ligera el término “punk electrónico”. Y lo vamos a demostrar enseguida. Si entre los preceptos del movimiento punk se encontraban el amateurismo y la improvisación, Ernesto Avelino y Roberto Lobo formaron Fasenuova cuando en lugar de arañar con rabia guitarras y bajo, aporrearon con la misma furia sintetizadores y cajas de ritmos. Es punk y es electrónico.
Desde el autoeditado Ortigas Púbicas en 2007 hasta el recién estrenado Aullidos Metálicos (primera referencia del sello Humo, la mutación del anteriormente conocido como Discos Humeantes), el dúo natural de Mieres (Asturias) ha estado dando vueltas alrededor del mismo ideario industrial, ruidoso y futurista.
Entre sus métodos artísticos caben tanto la ambición estética de Cabaret Voltaire y Pere Ubu como la frescura estridente de Einstürzende Neubauten y D.A.F. Pero el credo que profesan con mayor devoción es el de Suicide que, junto a la herencia vanguardista española de los primeros ochenta (Esplendor Geométrico, El Humano Mecano), guía el caos digital de Fasenuova.
En su último disco cuentan con la ayuda de Óscar Mulero, leyenda del techno español con una dilatadísima carrera a sus espaldas. Si el madrileño afincado en Asturias lleva treinta años paseando por todas las salas del planeta sus ritmos subyugantes, vástagos del sonido de Detroit, se hace raro que esta comunión con Fasenuova no haya llegado antes.
Por si fuera poco, Mulero también había demostrado su habilidad de escapar de los bombos cuatro-por-cuatro en su álbum Biosfera (WarmUp, 2013), una joya de IDM y ambient industrial que seguro pasó por los auriculares de Ernesto y Roberto mientras diseñaban Aullidos Metálicos.
Los ritmos mecánicos, las atmósferas asfixiantes y los crujidos eléctricos lo mismo se ordenan en cimientos pop, logrando canciones como “Carretera Fluorescente” y “Bailas Perfectamente”, que se liberan para que campen a su aire por los paisajes artificiales de Fasenuova, ya sea en actitud beligerante (“Te Quieres Pirar”, “Siempre Siempre”) o en modo chill-out marciano (“Hell Ángel”o “Naves Desiertas” que, aunque distantes de Vangelis, bien podrían acompañar las escenas urbanas de una nueva secuela de Blade Runner).
Si Salsa de Cuervo (Discos Humeantes, 2013) supuso un salto cualitativo importante con respecto a A la Quinta Hoguera (Discos Humeantes, 2011), el armazón sonoro tallado por Fasenuova y pulido por Óscar Mulero ha dado como resultado el disco más brillante de los asturianos.