NICOLÁS GONZÁLEZ • Leonardo Damián García, más conocido como Leo García, es uno de los músicos argentinos más prolíficos de la camada de artistas de la década del noventa.
Con ocho discos en su haber, varios EP y múltiples colaboraciones con numerosos artistas locales y extranjeros, podemos decir que estamos en presencia de un compositor nato. Sin duda, si dejamos a Leo García encerrado en un baño con una lapicera y una hoja en blanco, nos devuelve un hit en menos de lo que cambia la moda.
Para quienes no sepan nada sobre él, hay mucho para investigar: Desde sus inicios en Avant Press, descubierto (como no podía ser de otra manera) por el músico y productor Daniel Melero, enseguida fue apadrinado y luego ascendido a amigo y compañero de Soda Stereo, logrando ser telonero en los últimos shows del grupo entre 1996 y 1997 y luego músico invitado en la vuelta forzada que el grupo de Cerati tuvo en 2007, a su salto como solista, su etapa como “compositor a pedido” escribiendo canciones para otros artistas y no artistas, su primer hit realizando una estupenda versión en español de “Milla” del brasileño Netinho, el salto a la masividad con “Morrissey” y a partir de ahí su aceptación y posterior acomodamiento dentro de las grandes ligas de la música pop argentina.
Leo García ha grabado discos pop, techno y rock. Ha grabado en solitario, con invitados argentinos y extranjeros. Pero desde el 2010, cuando editó Común y Especial, hasta finales de 2013, no había hecho nada nuevo.
Y tampoco lo hizo ahora, porque editó Algo Real, que no podría considerarse totalmente como algo nuevo. Básicamente, el disco es una vuelta a la técnica que mayor beneficio le dio al artista: Pop guitarrero. Su fuerte sin duda son las letras, donde él siempre se ha destacado. Y aunque el disco tiene momentos donde volvemos a sentir su enorme talento como compositor y hacedor de melodías, la verdad es que el disco deja una sensación de vacío, si lo que esperas encontrar es una nueva versión o una etapa evolucionada de alguien que tiene amplia capacidad de transcribir los vaivenes de las escenas subterráneas para trasladarlos a la masividad.
La razón podríamos encontrarla fuera de su persona, ya que García viene trabajando con el sello Pop Art, especialista en lo más feo de la música argentina y este disco tiene bastante olor a encargo y a invitaciones por obligación.
Si algo se le puede recriminar a Leo es que casi desde siempre ha sido un soldado de la industria, y el avance del sello en cuanto a la captación de artistas “emergentes” lo ha ubicado a él en una especie de papel de “nuevo mentor”, dónde debe rodearse quizá no de lo mejor musicalmente, si no de lo más apropiado para el negocio de la disquera.
Nobleza obliga: Leo García es un artista de un nivel indiscutido, pero rodearse mal puede perjudicar aún a los mejores. El disco no es ni malo, ni bueno. Lo cual es peor porque no es nada. Y siempre es preferible ser algo real.
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[…] y producido íntegramente por la banda aunque cuenta con la participación de invitados amigos como Leo García, Noe Mourier, Mario Siperman y Guillermo Ronco quienes suman sus respectivos talentos para […]