NICO GONZALEZ
Hace unos meses les contaba lo bueno que está el disco de Queridas, proyecto solista del rosarino Andrés Yeah. Hoy completo el pack hablándoles sobre Mi Nave, la banda en la que Andrés opera como guitarrista.
Lo primero que hay de ellos es un corto de dos canciones liberado en 2008. Son dos piezas entre shoegaze y kraut que luego encabezarían su primer disco, Brillante, aparecido en el 2012.
Acá Mi Nave desarrolla el tipo de canción que ya hoy los ubica en un lugar bastante destacado dentro de la escena, sobre todo en el último año, tras el lanzamiento de Tristeza, disco que se nota que me gusta porque ya estoy escribiendo de él aunque todavía falta.
Como apreciarán si se toman el trabajo de escucharlos, las versiones de Alacrán y Esfera (los dos temas del EP de 2008) han sufrido lo que sufren todas las canciones del mundo: cambian. Mejoran en lo sonoro a costa de la pérdida de algo, si se quiere abstracto. La vieja historia del demo versus la versión final.
La presencia del río en Mi Nave también existe y por primera vez me hace pensar en un mapa imaginario con distintos grupos que comparten ese rasgo. Rápido pienso en otros grupos rosarinos como Matilda, Fede Leites y Daddy Rocks, pero también, algunos kilómetros más abajo, en los bonaerenses Nüman, o en los misioneros instalados en La Plata Canoa, e incluso en Sidi Rum.
Mi Nave – Tristeza (Polvo Bureau, 2016)
Cada uno a su manera, lleva eso y lo trabaja de una manera. Mi Nave lo procesa entre post rocks sensibles como Postre, “Donde vivo no hay desiertos”, como en la misma tapa de Brillante, con el pescador posando con un decoroso dorado recién capturado.
En 2014 el grupo lanza Estela y sigue avanzando. Se muestra más veloz pero también entrecortado, las letras abandonan el laconismo y producen una mezcla de estilos bastante difícil de clasificar con un nombre en particular inclusive aunque podamos percibir distintos elementos por separado, aspecto que me parece bastante interesante.
Hace algunos meses nuestro querido Polvo Bureau lanzó Tristeza, el tercer disco de Mi Nave, y es prácticamente una joya, hay que decirlo. Ese inicio chill, medio retrofuturista pero dulce, onda Le Casette, una oda al aburrimiento, a la indecisión y a la simpleza, firmada por tres personas, que sólo dice No sé qué hacer. La escucho todo el tiempo.
Ahora Mi Nave se pone bailable. Cereza es rítmico y volátil sin salir de la tiniebla, referida también en el poema de Romina Zanellato que encabeza la descripción del disco.
Podría decir mucho más del último disco de Mi Nave, porque realmente tiene mucho. Es un disco súper interesante del que se pueden extraer incontables cosas, pero prefiero dejar que las exploren por si mismos.