ESTEBAN CISNEROS
Música y pildoritas: SoulBoy (2010)
Esta película de Shimmy Marcus es el gran could have been de la década. Pudo ser una gigantesca cinta sobre el Wigan Casino, la discoteca más legendaria de toda la historia pop y el mundillo del soul norteño: Más influyente y más llena de hagiografía que el Studio 54; una boîte contemporánea.
Fue la Meca del Northern Soul, un movimiento musical tan extraño que no se puede equiparar con otro. Cuando el soul más recio mutó en el funk más reaccionario, algunos comenzaron a extrañar su emoción e ingenuidad. El nombre Northern Soul, se dice, nació en Soul City, tienda de Covent Garden, Londres.
Su propietario, Dave Godin, etiquetó el soul más viejo así para distinguirlo del más nuevo y funky. Así los norteños (de Liverpool, Blackpool, Manchester) que viajasen a la capital para ver a sus equipos jugar podían encontrar fácilmente la música que querían: Un beat bailable, un sonido clásico, voces imposibles, clones de Motown. Para ellos el funk era demasiado moderno y falso. A veces, a riesgo de ser linchado, les comprendo.
Hubo muchísimas discotecas que ponían exclusivamente este tipo de música (Twisted Wheel en Manchester, The Room at the Top en Wigan, el King Mojo en Sheffield, The Catacombs en Wolverhampton, Va Va’s en Bolton, Golden Torch en Stoke y Mecca en Blackpool) pero, por algún motivo que se me escapa, el más lleno de mitos siempre ha sido el casino de Wigan, que funcionó entre 1973 y 1981 y luego fue demolido. Pero en esos años recibía cientos y cientos de bailarines de toda Inglaterra que llegaban en tren o autobús para bailar a partir de la medianoche. No se servía alcohol, sólo jugo de naranja, por lo que las anfetaminas ilegales estaban a la orden del día: Había que soportar bailando en un competitivo juego de acrobacias y giros increíbles en la pista.
Ahí sonó la música más fantástica de toda la historia. Ahí. La más fantástica. De toda la historia. Historia.
Pero SoulBoy sólo es una peliculita que sabe utilizar el “Tainted Love”de Gloria Jones bastante bien. Con todo, se deja ver y hay un par de buenas escenitas. El final, el peor de todos los tiempos. O bueno, de 2010. Sólo para fanáticos.
* Publicado originalmente el 1 de junio de 2012 en El Heraldo de León.
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