La banda ofreciendo un recorrido por toda su trayectoria musical.
CYNTHIA RODRÍGUEZ
El pasado 21 de junio fue especial para la gente de Leicester por dos enormes razones: el inicio oficial del verano y el concierto-celebración-festival de Kasabian, que fue quizás lo más épico que haya ocurrido en Leicester desde la batalla de Bosworth en la que murió Ricardo III – cuyos restos fueron encontrados apenas hace un par de años, como recordarán por algún Reporte UK.
Y no es exageración. El conjunto de Tom Meighan y Sergio Pizzorno puede ser considerado nuestro Oasis, nuestros Stone Roses, quizás hasta nuestros Beatles. Meighan anda de hocicón por todas partes, y Pizzorno –que según los lugareños, no es su apellido (ni su nombre) de verdad– juega fútbol en eventos de caridad y colabora con amigos como Noel Fielding y DJ Shadow. Pero aunque su fama se encuentre en niveles estratosféricos y hayan sido actos principales en Coachella, Isle of Wight y Glastonbury, nunca olvidan de dónde son.
Kasabian caminando en Victoria Park hace algunos años. FOTO: Dailystar.
Su “regreso a casa” técnicamente no podría llamarse así porque nunca se han ido: el evento tuvo lugar en el inmenso Victoria Park, lugar al que los vecinos de comunidades como Evington, Knighton y Clarendon Park (donde ahora vive Meighan, después de varios años de alquilar un departamento en el centro) van a pasear o ejercitarse. Una gran sección fue cerrada con casi una semana de anticipación, y decenas de miles de personas dentro y fuera de la ciudad agotaron los boletos varios meses antes. Prometía ser algo enorme, y lo fue.
Las puertas se abrieron a las tres de la tarde. A las cinco comenzó la música: los revoltijos de Beardyman retumbaron las ventanas de las casas aledañas. Lo mismo sucedió después con el locutor Zane Lowe, quien presentó una selección de sus temas favoritos. Para las siete de la noche, mientras tocaban los australianos de Jagwar Ma, el lugar estaba atiborrado por dentro y por fuera; con gente sentada a las afueras del sitio cercado. Aunque no hubieran pagado boleto, muchos disfrutaron del día libre en lo que quedaba del parque. Especialmente, padres de familia con sus niños pequeños. El festival no estaba permitido para ellos, y con toda razón: quienes estaban adentro armaron tremendo alboroto.
Varios de ellos habían comenzado a beber desde el mediodía, y unos cuantos estaban en calidad de zombies. Esperemos que los hippies que practican orinoterapia estén en lo cierto, porque no faltaron los baños de “agua de riñón”. Quizás lo más sorprendente, en cuanto a brechas generacionales se refiere, es lo que presenciamos en el DJ set de Rudimental: hordas de jóvenes y adolescentes armando slam y bailando en círculos al ritmo de EDM, jungle y drum and bass. Los mayores nos habremos dado de madrazos con Minor Threat y Black Flag, pero estos chicos nacidos en los noventas lo hacían con Kanye West y con los éxitos de este cuarteto de Londres – con saxofón en vivo. Las fotos y los videos no mienten. Al menos el ímpetu sigue ahí.
Y siguió y siguió en lo que esperábamos a que comenzara el acto principal. Pelirrojos por doquier, incluyendo uno parecido al ciclista Bradley Wiggins. Gente con sombreros y disfraces. Un niño un poco mayor que logró escabullirse con su familia y fue el alma de la fiesta. Algunos torpes confundieron “Spread Your Love”, de Black Rebel Motorcycle Club con “Shoot The Runner”. Un grupo de chicos supermachos mirreyes heteros inhalando poppers para ponerse en onda. Chicas y chicos en los hombros de gigantes. La pantalla al fondo del escenario nos preparaba en cuenta regresiva por 45 minutos. Mientras más se acercaba la hora cero, más hervía la audiencia.
A las nueve en punto, aún bajo el sol del verano británico, llegaron por quienes llorábamos. Abrieron con “Bumblebee” del álbum 48:13. Supieron cómo combinar los nuevos himnos con los viejos clásicos sin aburrir a la audiencia. Las masas se movían con tal fuerza que algunos caían, otros se golpeaban y muchos vivimos el evento desde distintos ángulos durante toda la noche. La pantalla del escenario cambiaba entre canción y canción, con una nube de hongo en ebullición o con palabras relacionadas a los temas sobre un fondo rosa y siguiendo el diseño de su nuevo LP.
Bailamos y cantamos con fuerza al ritmo de “Shoot the Runner”, “Underdog”, “Fast Fuse” y “Days Are Forgotten”. La nueva “eez-eh” demostró ser un éxito demoledor y un homenaje al acento local. Por cierto, Pizzorno traía una playera en la que mostraba a foráneos la manera correcta de pronunciar “Leicester”.
FOTO: Leicester Mercury.
Hubo tiempo de apaciguarse (un rato) con “Processed Beats”, “Stevie” (con un cuarteto de violines) y “I.D.”. Sin embargo, cuando sonaba esta última, se armó una pelea cerca de nosotros: alguien le dio un codazo a un grandulón, y éste lo agarró en una llave de cabeza.
Por suerte los separaron y todo volvió a la normalidad anormal para cuando volvieron con “Take Aim” –con inicio y final de “The Doberman”–, “Club Foot” y “Re-Wired”. En la primera, los efectos especiales nos hicieron partícipes de un pequeño ritual de solsticio de verano, en el que la puesta del sol en el cielo combinaba con la puesta del sol en la pantalla.
“Treat” fue un nuevo tema que ya todos se sabían de memoria. 48:13 acababa de salir, pero ya coronaba las listas de popularidad mostrando una nueva faceta en la carrera del conjunto. De hecho, fue maravilloso ver hasta dónde han llegado y por todos los cambios de sonido que han pasado: con lo fiestero del nuevo material, lo aventurero de sus principios, lo ambicioso de Velociraptor!, lo grandilocuente de Empire – con el tema homónimo inmediatamente después de “Treat” – y el incendiario West Ryder Pauper Lunatic Asylum y su apropiadamente nombrada “Fire”, con la cual cerraron la noche.
¿Cerraron la noche? Can you feel it coming? Más bien tomaron un descanso, Pizzorno se cambió de camiseta –ahora decía “eez-eh”– y volvieron al escenario con “Switchblade Smiles”, seguida de “Vlad the Impaler”.
El verdadero cierre vino cuando Meighan agradeció a la audiencia por todos estos años, desde su primer tocada hasta ahora, creciendo junto a la ciudad. “Me hicieron el pinche año”, nos dijo Pizzorno antes de comenzar a tocar “Praise You” de Fatboy Slim, que pronto se convirtió en “L.S.F. (Lost Souls Forever)”, su primer sencillo. Las cámaras ya no se enfocaban tanto a ellos, sino a los fans, seleccionados al azar como almas ya no perdidas, sino encontradas para siempre.
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[…] Estos chicos son un desmadre. Son de Leicester (con integrantes de Lincolnshire y Francia), y aunque toquen como si fueran de Brooklyn, de Shoreditch o del espacio exterior, siguen siendo parte de la extensa tradición de psicodelia creada y criada en esta pequeña ciudad; con antecesores como Showaddywaddy, Family, The Junipers y, hasta cierto punto, Kasabian. […]