No es lo mejor ni lo peor de la banda, pero hay grandes cosas en él.
NICOLÁS GONZALEZ
Una banda con tantos años de trayectoria, lógicamente tiene sus altas y bajas, sus discos memorables y sus discos olvidables; pisos y techos que configuran la discografía del grupo y que en perspectiva nos muestran el grado de reconocimiento que la banda tuvo en determinada época. Pero en el medio de esos espacios suceden cosas. Existe “la oscilación”.
El verdadero campo de acción de una banda y, un sitio en el que yo siempre he encontrado las cosas más interesantes. Decir que Crocodiles (1980) es mejor disco que Reverberation (1990) parecería una obviedad, pero visto en perspectiva, y con el conocimiento del contexto en que ambos discos fueron grabados, Reverberation hoy luce mucho más atractivo que a su salida. Esto se debe a que ese trabajo es producto de una etapa determinada, con circunstancias determinadas y el disco representa la solución del grupo para esa etapa y esas circunstancias.
“Lo bueno es que el disco es de una calidad absoluta. Lo malo es que ambos se mueven en terreno seguro y que lejos estuvieron de querer arriesgarse”.
Dicho esto, el nuevo disco de Echo & The Bunnymen, Meteorites (2014) se encuentra en ese espacio de oscilación. No es ni lo mejor, ni lo peor de la banda, y sin embargo podemos encontrar grandes cosas en él. De por sí, la alianza McCulloch – Sergeant sabe lo que hace. Esto tiene algo bueno y algo malo: Lo bueno es que el disco es de una calidad absoluta. Lo malo es que ambos se mueven en terreno seguro y que lejos estuvieron de querer arriesgarse. Meteorites suena y, tal como dijo McCulloch en la rueda de presentación, ES Echo & The Bunnymen. Las guitarras reverberantes, los redoblantes profundos y los distintivos echo de la voz configuran el eje central del álbum.
Si bien el disco arranca un poco abajo, con pasajes medievales y reflexivos, rápidamente la banda se sube al corcel del new wave y emprende un viaje a toda máquina que, por momentos, nos lleva a creer que estamos en presencia de un rarity remasterizado que no quedó en Heaven Up Here (1981). ¿Ejemplos? “Holy Muses”, “Is This A Breackdown” (la mejor del disco) y “Market Town” son los puntos altos donde, sin duda, Echo & The Bunnymen demuestra su vigencia y capacidad de seguir tirando temas que serán hits dentro de diez años.
La voz de McCulloch merece un párrafo aparte. Tras 33 años de trayectoria, su voz parece inmaculada. Lejos del declive, no aparece ni marchita, ni avejentada. Es un placer escucharlo cantar en “Lovers on the Run”. Un disco ultra recomendable. –
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