ARTURO URIZA • Estoy cegado, soy víctima de las circunstancias y el amor por el maravilloso trabajo de Charles Bradley y compañía (a.k.a. Menahan Street Band).
Ya desde el trabajo anterior y debut de este revivalista del soul y el funk, –el grandioso No Time For Dreaming –, se veía cómo brillaba de más dentro de un ya de por sí excelente catálogo de la Dunham/Daptone, aún a sabiendas de que proyectos como Budos Band, Antibalas o la misma Menahan Street Band son poco misericordiosos con los pies y el ritmo.
Sin embargo, la particularidad de Bradley lo ha convertido en mi proyecto favorito de la disquera; un trabajo único hoy por hoy, y que si bien puede llegar a emular desde los Isley Brothers, hasta James Brown, también cuenta con una identidad bien definida que le ha ayudado definir el camino, y en donde la energía y progresiones que la banda de acompañamiento genera le dan una contemporaneidad natural.
Las canciones de este segundo material no distan de la primera tanda entregada en No Time…, ni en sonido ni en lírica; siguen hablando de amor, pérdida, esperanza y furia… una fiereza que Charles proyecta en cada grito con la fuerza que el género requiere; aunque permanecer en una zona de confort podría parecer algo malo, aquí funciona excelente, ni es cansado ni aburrido, al contrario, se agradece.
La instrumentación se nota mucho más pulida, añadiendo una vez más una pieza sin voces, la maravillosa “Dusty Blue”. Por su parte, Tommy “TNT” Brenneck líder de la Menahan y otrora colaborador de la sobrevalorada Amy Winehouse, se nota afilado como navaja suiza, dirigiendo con firmeza metales que no compiten con la poderosa voz de Bradley pero que ajustan y llenan de emoción cada espacio posible.
Si no te gusta este disco, estás muerto por dentro. Esto es pura alma.
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