MARÍA MERIOMA • Lo más interesante del disco está en el lenguaje, pero su discurso se cae cuando los miras a los ojos.
A lo largo de su trayectoria (cinco álbumes), Calle 13 ha pasado de hacer canciones de reggaeton a ganarse un buen lugar en la música de protesta a base de letras entradas en el rap, bordeando lo más profundo del folclore latinoamericano.
Este disco tiene elementos de ambos mundos; muy probablemente no es lo “lo mejor” de estos terrenos para quien los sigue desde sus inicios y mucho menos para aquellos en cuya ecuación musical se resta o se suma dependiendo de si en su etiqueta nutricional viene o no un valor elevado de rock, pop, indie o alternativo.
No se trata de determinar lo que es bueno o malo por lo que inspira el género en el que merece inscribirse. No se trata de saber mover la cadera deslizándose hasta el suelo como se aprende a hacer en las islas del Caribe y a partir de la frontera sur de Panamá como en Colombia, Venezuela o Brasil… y si se trata de eso estamos hablando en el medio equivocado.
La introducción de este disco nos propone comprenderlo como el recorrido que hacemos desde el nacimiento hasta la vejez con “El Viaje” y nos invita a disfrutar el camino a lo largo de la Calle 13, en la que el medio de transporte MultiViral nos hace pasar de la hostilidad a la sexualidad como en el barrio rojo de cualquier ciudad.
Lo más interesante de MultiViral está en el lenguaje; el valor poético de su rap es incuestionable, incluso para los que no los tenemos todos los días en los oídos. Calle 13 habla en los términos lingüísticos de un español, un mexicano, un colombiano o un puertorriqueño; inscriben las situaciones locales en la globalidad y lo hacen sin miedo a imitar ciertos ritmos célticos del norte de Europa o de subirse a la ola de ukelele con una línea continua por los compases por los que ya les conocemos.
La colaboración con Julian Assange es un reclamo publicitario que probablemente está de más en este disco. Como mensaje pretenden dar valor a voces sofocadas por los medios masivos o gobiernos; enaltecer a quienes encontraron un espacio de expresión y apoyo en las redes sociales. En este caso lo de “dar voz” se lo tomaron de modo literal, insertando entre sus rimas algunas declaraciones del mencionado disidente.
Curiosamente, en ese sencillo utilizan la palabra “endrogar”, que en México significa endeudar, mientras que en Puerto Rico y otros sitios hace referencia al uso de drogas. Para ellos es lo que los gobiernos hacen con los ciudadanos de a pie y ambos significados encajan. Quizá si sus inicios no estuvieran inscritos en los géneros fatuos que mencioné, hoy en día serían merecedores del crédito de transgresores que le dimos a Molotov en los noventa.
No puedo terminar esta reseña sin comentar que a pesar de lo valioso que es hablar, expresar y servir de megáfono de lo que pasa y se calla en el mundo –y más allá de gustos e ideologías–, el discurso de Calle 13 se derrumba cuando los miras a los ojos. Cuando como periodista estás ante ellos y reconoces la línea que divide la fama y el compromiso. Es inestimable lo que quieren plantear, pero ellos mismos son de cartón.
Afortunadamente para quienes gusten de rimas sumergidas en lo más actual del estado del mundo, en la mayoría de las canciones del álbum (“MiltiViral”, “Adentro”, “Respira el Momento” o “El Aguante”) queda la parte más hostil y menos sexual del conjunto.
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