MILA DEL GUERCIO • Desde Elvis hasta Johnny Marr, casi nadie escapa a la influencia del guitarrista que hoy cumpliría 86 años.
FOTO: DEZO HOFFMANN
La arquitectura del rock comenzaba a oírse en las calles de la mano de un joven que se hacía llamar Bo Diddley. Ya en 1955, se consagró formalmente grabando su primer sencillo con Chess Records, misma discográfica del poeta fundacional de este mismo género, Chuck Berry.
Buddy Holly lo idolatraba, Jerry Lee Lewis también y Elvis iba a ver sus conciertos para imitar sus movimientos. La combinación de estilos y versatilidad era algo a lo que Bo Diddley no le tenía miedo. Violinista clásico por formación, quedó impactado después de presenciar a John Lee Hooker en acción y optó por un nuevo rumbo. Uno bailable y rítmico. Su guitarra transmitía una magia electrificante agregando ritmos africanos al blues y al R&B… Había forjado su propio beat, homónimamente apodado “Bo Diddley beat”.
Se hicieron muchas canciones tomando como puntapié inicial el pegadizo rasgueo Diddley. Algunas suenan a un homenaje que se adiciona a bandas con un estilo y personalidad definidas; otras, simplemente a plagio.
Lo cierto es que Bo atraviesa de manera horizontal géneros musicales variados y su espectro crea una fraternidad entre intérpretes que de otro modo no hubiesen sido asociados. Es un referente para músicos góticos, amantes del blues, post-punk, pop y rockabilly, entre otros.
En los ochenta, el inquieto Daniel Ash le rinde tributo a la guitarra de Bo de la mano de Love & Rockets. El factor sorpresa lo lidera la voz que hace mímica de la futura movida de Manchester junto al bajo. La producción de la canción es una demostración de que es posible incorporar sonidos misceláneos a la impronta personal de un grupo. El oído melómano del ex-Bauhaus había creado “Yin and Yang (The Flower Pot Man)”.
Otros oyentes creativos que dieron forma a un hit gracias a las guitarras del “mejor amante del mundo” fueron The Smiths. En 1985, sale “How Soon Is Now?” en el segundo disco de la banda. El pedal tremolo de Johnny Marr enmascara un poco el ritmo tradicional, mientras que la típica batería básica ochentosa y la cadencia afectada de Morrissey terminan adueñándoselo por completo. El tema fue reversionado incontables veces. Bo extendió su influencia imperceptible una vez más.
Un tributo aceptado y explícito es el que hacen los contemporáneos Jesus & Mary Chain en 1987 con “Who Do You Love?” y “Bo Diddley is Jesus” en April Skies y su respectivo lado B.
Por último, un calco un poco más atroz. Todo sobre The Strangeloves era en realidad una mentira. Una broma de marketing lanzada al público blanco que fue comercialmente sustanciosa. En 1965, un productor neoyorquino tomó el Bo Diddley beat, recortó el juego de voces de Bo y su corista, la percusión tribal y escribió sobre las letras del cantautor una versión sosa. ¿La controversia? En una época en la que al inventor del ritmo Diddley le concedían a duras penas el puesto número 20 en Billboard con “Roadrunner”, su heredera “I Want Candy” se mantuvo en el puesto 11 en todos los Estados Unidos.
Así como John Lee Hooker entró al oído blanco por The Rolling Stones, Bo Diddley fue uno de los casos excepcionales en los que el talento fue reconocido dentro de una sociedad en la que el camino hacia la igualdad no estaba totalmente recorrido.
Aunque su recompensa no se equiparó a las de sus fans británicos (los ya mencionados Rolling Stones y The Beatles), se lo conoce hoy como uno de los grandes referentes del rock de los cincuenta y jamás fue para él motivo de escozor ser la matriz que nutrió a tantos otros artistas. La frase que dijo sobre Elvis cuando se alegó que este copiaba sus pasos de baile, es un resumen perfecto de la filosofía diddliana: “No me importa si me copia. Así ganará mayor poder. No es que me esté muriendo de hambre”.
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