Y las sorpresas no paran…
ARTURO URIZA
Conocí a Ariel Pink por ahí de 2008 gracias a Paw Tracks, el sello de Animal Collective donde lanzó The Doldrums, el primer álbum que dicha compañía editaba para otro artista (antes solo editaban cosas de su propia banda). Y a pesar de que nunca fui fanático de Animal Collective, en ese momento me llamó tanto la atención el hecho, que me puse a escuchar a Ariel Pink. The Doldrumds definitivamente era un disco interesante, bastante único para el contexto y los tiempos que vivíamos.
Eventualmente conseguí el Grandes Éxitos/Greatest Hits, que a pesar de que estaba solo de venta en las giras de la banda, se había colado por internet. Seguí investigando sobre Ariel y en 2010 sacó Before Today, mi disco favorito de dicho año y una de las piezas más maravillosas de la década. Me encantó, y lo escuché hasta el cansancio.
Desde esos días era claro que Ariel Rosenberg tenía una perspectiva bastante única de la música y del pop. La mezcla era anacrónica, el sonido recopilaba sentimientos y texturas de otras épocas, todo expandido a la magnética naturaleza de la baja fidelidad y lo letárgico de lo análogo. Había fuertes dosis de new wave, post punk, chanson, bubble gum, rock and roll, tropicalia y otros géneros interesantísimos. Algo sé y es que Before Today fue su obra cumbre y que jamás lo superará.
“Ariel recupera aún más el sonido de baja fidelidad que abandonó ligeramente en sus dos trabajos previos…”
Dicho lo anterior, no quiero asegurar que sus nuevos trabajos no sean buenos; al contrario, continuar después de dicho álbum ha permitido a Ariel regresar a otros sonidos que se hacían mucho más presentes en los primeros trabajos y en sus cintas producidas de manera casera antes de su incursión al mainstream, lo cual me parece genial.
Pom Pom es el nuevo trabajo de Ariel, donde aparece ya sin sus Haunted Graffiti (la banda de acompañamiento que tuvo durante unos cuantos años), y donde recupera aún más el sonido de baja fidelidad que abandonó ligeramente en sus dos trabajos previos.
De entrada es un disco de confrontación, primero por la extravagante personalidad de Ariel y después por las corrientes sonoras que decidió retomar, donde caben temas como “Not Enough Violence”, que parece una mezcla entre John Maus y Christian Death, o “Put Your Number In My Phone”, que es una odisea psych-pop de extrañas líricas (algo común en el universo de Ariel). “Lipstick” parece el soundtrack de una película pornográfica de finales de los setenta que contenía sintetizadores del futuro, y a su manera, “Goth Bomb” es una canción de punk salida de la primera ola.
Y es precisamente ese espectro difuso el que hace tan disfrutable el trabajo de Rosenberg; uno donde la indagación sónica es continua y las sorpresas no paran, como el encontrar la circense “Plastic Raincots In The Pig Parade”, que por momentos me recordó a “Being For The Benefit Of Mr. Kite” de, bueno, ya saben de quién. La sorpresa con esa canción es que además fue Kim Fowley quien se la dio a Ariel, el mismo Fowley que escribió “The Trip” en 1965 y que construyó y lanzó al estrellato a The Runaways.
Hay una vena bastante oscura en el álbum, que parece ser la columna vertebral, sobre todo al escuchar “Four Shadows”, que es bastante goth rock o “Dinosaur Carebears”, que es una verdadera locura que comienza con sintetizadores que hacen remembranza a sonidos orientales, y que se transforman en una carnavalesca experiencia para después cambiar totalmente de estructura rítmica; una acción más cercana a la locura que a la diversión, simplemente fabuloso.
“Sexual Athletics” está momentáneamente estacionada en el rock de los sesenta, con buenas dosis de psicodelia y groove, en la frontera entre el funk y el sonido de bandas como The Guess Who, solo para dar paso a una especie de jingle digno de algún producto extraño. “Picture Me Gone” es una de mis favoritas del disco; una singular balada, extraña, melancólica y ambiental, definitivamente rodeada de un halo de tristeza absoluta, de búsqueda interna y despedida; muy bonita dentro de un universo agridulce.
“Negativ Ed” tiene el balance idóneo entre una canción de Wesley Willis y una de The Units, mientras que “Jell-o” recurre nuevamente a la dulce y pegajosa melodía del bubblegum pop, solo para finalizar con un breve ejercicio digno del rock progresivo.
Un trabajo completisimo, lleno de referencias y de maravillosas ideas. Un tanto complejo, pero también bastante amable…
“Exile On Frog Street” es otra de esas baladas borrosas que parecen ser combinación de montones de bandas y sonidos, comenzando por el nombre y continuando con los sampleos de sonidos de animales, como ranas y borregos, solo para hacer una especie de poema/spoken word muy a la “The Ghost Song” de The Doors, que evoluciona hasta volver a su condición de canción tradicional de rock.
“Dayzed In Daydreams” le pega más al folk rock por momentos, y se vuelve extrañamente encantadora gracias al trabajo vocal de Ariel y de su acompañante femenina, la cual podría ser él mismo. Y por último “Black Ballerina”, que es otra de mis piezas favoritas, definitivamente centrada en el synth pop y llena de ecos y buen humor, muy en la línea de viejos éxitos suyos como “Every Day I Die At Miyagis” o “Credit”.
Pom Pom es un disco difícil de encasillar o definir dentro de un solo sonido o género; un trabajo completisimo, lleno de referencias y repleto de maravillosas ideas. Un tanto complejo, pero también bastante amable… emocional hasta la médula y divertido como pocas cosas que podamos escuchar pronto. Ariel Pink está en forma y aunque este álbum no sea mi favorito de su discografía, definitivamente es un álbum para recordar; una experiencia singular que vale la pena vivir y escuchar.
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[…] Así, tenemos canciones calmadas, desde los argentinos El Mató a Un Policía Motorizado hasta los mexicanos Vaya Futuro, pasando por Aldous Harding y Ariel Pink). […]